Se acabó la diversión

María Xosé Porteiro
María Xosé Porteiro HABITACIÓN PROPIA

OPINIÓN

22 nov 2017 . Actualizado a las 08:05 h.

En Bruselas nos han leído la cartilla por nuestra insuficiente calidad de gobierno en el examen del presente ejercicio y avisan que podemos perder los fondos europeos con los que conseguimos subir desde los últimos puestos de entre las regiones con el PIB más bajo, a la parte media de la tabla.

Ahora resulta que nos hemos quedado estancados y otras zonas que venían detrás nos superan en esta subida a la montaña que no parecemos capaces de remontar. Ya nos lo imaginábamos pero hacíamos como que no pasaba nada, hasta el punto de que hemos asumido y normalizado que nuestra sociedad envejezca de forma contradictoriamente trepidante, que nuestro patrimonio mayor -nuestro propio hábitat- se degenere a pasos agigantados y a fuego rápido, que la despoblación reine en las tres cuartas partes de nuestro territorio o que los aeropuertos resulten más eficientes para exportar nuevos emigrantes que para traer inversores.

No queda más remedio que repasar los apuntes y hacer algún trabajo extraordinario para superar el suspenso, lo que obligará a recordar que tan solo hace diez años que Galicia lideraba en España el desarrollo de las energías renovables, especialmente la eólica. Y que por una decisión puramente política -en el sentido de política partidaria- se judicializó en 2009 el concurso promovido por el gobierno bipartito, recientemente dignificado por el fallo en contra de los tribunales.

Reconocer los errores es el comienzo de su superación y alguien tendrá que caer en la cuenta de que aquella decisión fue una enorme metedura de pata, no solo por los casi tres millones de euros que ahora tiene que pagar la Xunta a los perjudicados, sino porque supuso renunciar a una apuesta estratégica -económico y política- que nos comprometía con la lucha contra el cambio climático a través de la investigación, el desarrollo y la innovación, los tres elementos de la fórmula que ahora se nos plantea como la panacea donde deberíamos poner nuestros esfuerzos. Lo que se había avanzado cayó en el abandono, a mayor gloria y esplendor de quienes poco después empezaron a contratar a nuestros cerebros en fuga, como Alemania, sin ir más lejos. Si a ello añadimos la fórmula que nos recomiendan para impulsar la economía, anclar la población al territorio y conseguir salir del atasco, consistente en menos corrupción, más eficacia de la justicia, más transparencia y mejoras en el mercado laboral, habrá que reconocer que lo tenemos crudo.

Aunque la Comisión Europea ha dejado una salida con nuevos criterios, más allá del PIB, para recibir sus ayudas en el futuro, con atención a diferentes criterios, entre ellos la atención a la innovación y al cambio climático, el nuevo ciclo obliga a actuar sin pérdida de tiempo, así que se acabó la diversión. Porque llegó el comandante. Y mandó parar.

En Bruselas nos han leído la cartilla y peligran los fondos europeos por la insuficiente calidad de gobierno en este ejercicio