Cataluña: «Livin' la vida loca»

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

PAU BARRENA | afp

01 dic 2017 . Actualizado a las 07:39 h.

Hubo un tiempo en que las empresas catalanas podían anunciarse como una conocida fabrica de automóviles que destacaba que sus coches eran alemanes. Y si eran alemanes... no había más que preguntar.

Gracias a la rebelión secesionista, la marca «catalán», para desgracia de todos, ha bajado muchísimos enteros. Y no me refiero ahora al boicot a sus productos acaecido en otros puntos de España tras el rebrote de las posturas secesionistas, sino al hecho de que el despiporre en que se ha convertido la política catalana ha afectado, como no podía ser de otra manera, al crédito de la comunidad.

Tras la extravagante declaración de independencia ha habido en Cataluña un verdadero terremoto. Y es que no puede ser gratis tener un ex presidente fugado haciendo payasadas, un ex vicepresidente neocarlista convencido de que Dios apoya al separatismo y unos exconsejeros que abjuran de la DUI (declaración unilateral de independencia), antes irrenunciable, sin importarles un pito haber engañado con ese cuento a cientos de miles de personas. El aventurerismo criminal del separatismo es solo comparable a su infame cobardía, al infinito oportunismo de Ada Colau -que aspira a engañar todo el tiempo a todo el mundo- y a los desvaríos de Pablo Iglesias, quien trata, desesperado, de recuperar protagonismo recurriendo ante el Tribunal Constitucional no se sabe muy bien qué contra el Estado democrático que ha ganado ¡por 155 a 0! a los rebeldes.

Por si algo faltaba en este circo, salta ahora a la pista Miquel Iceta, planteando que se le condonen a Cataluña parte de los 52.499 millones de euros que debe a las arcas del Estado. Iceta no solo carece de vergüenza para bailar delante de cientos de personas sino, también, para atreverse a hacer una propuesta que de tan descabellada ha puesto en pie de guerra incluso a dirigentes del PSOE.

Y eso que Iceta no acompaña su propuesta de los datos indispensables para juzgarla cabalmente: que la deuda de su comunidad con el Estado es muy superior a la siguiente (Valencia, con 35.405 euros), multiplica por 25 a la de una comunidad de su tamaño (Madrid, con 1.919) y más que dobla la de la más poblada del país (Andalucía, con 24.030). Tampoco cuenta Iceta que la deuda total catalana per cápita es la más alta (10.311): más del doble, por ejemplo, que la gallega (4.192) y muy superior a la de las demás comunidades, salvo Valencia (9.114). Ni aclara, en fin, Iceta que desde el año 2010, cuando comenzó la locura secesionista, la deuda total catalana más que se ha doblado: ha pasado de 35.616 millones de euros a 76.727.

Pese a lo espeluznante de esos datos, Cataluña lleva años desgobernada, con una Generalitat que ha dedicado todos sus esfuerzos a la secesión y ha gastado en tal delirio grandes cantidades de dinero. Y, en lugar de exigir por ello las responsabilidades oportunas a quienes han organizado tal desastre, Iceta pide que paguemos entre todos el (con permiso del cantante Ricky Martin) Livin’ la vida loca que ha hundido a Cataluña. ¿Por qué? Quizá porque Iceta no quiere indisponerse con aquellos con los que aspira a gobernar.