Cajas apiladas de Amazon
Cajas apiladas de Amazon

03 dic 2017 . Actualizado a las 10:06 h.

Cada año desde hace unos pocos, los 500 habitantes de Villafrechós, en la provincia de Valladolid, firman una carta que el ayuntamiento remite al dueño de Amazon, Jeff Bezos, uno de los hombres más ricos del mundo por si quisiera prestarles atención. Cavilaron en esta localidad hace ya un tiempo, y cuentan con una visita en 2011 que lo respalda, que Bezos tiene un antepasado remoto en el pueblo y decidieron ofrecerle repetidamente «unos terrenos» por si se le ocurre edificar una casa, montar una empresa «o algo». Y este algo es literal. 

Tiene Villafrechós los argumentos de la genealogía y unas fincas disponibles para lo que sea que cuadre ese algo. Lo malo es que en Estados Unidos, ciudades como Chicago o Fresno, en California, concretan mucho más y es algo, esto sí, terrible, cuando se escucha de qué se trata. Amazon está pensando en abrir una nueva central en EEUU y sus ciudades se disputan la localización con propuestas desmedidas. En Chicago han llegado a proponer que la corporación se ahorre lo que aquí contamos como cotizaciones a la seguridad social; y hay quien ha destacado las consecuencias perversas, los trabajadores de la compañía pagarían todos los impuestos personales que les correspondan pero la empresa estaría libre de los suyos, de manera que serían los empleados los que pagarían por los servicios (la luz, la electricidad, el mantenimiento de las carreteras, la civilización, en suma, no tiene sustento en la magia sino en los tributos) para que los disfruten gratis sus multimillonarios directivos. Esto ya podría parecer hiperbólico pero es que en California directamente le han ofrecido a la compañía que tenga voz y voto para decidir a qué se destinarían los impuestos que allí se recauden por su estancia, de manera que decida el interés privado si se hace un camino o un parque que, además, llevaría el logo de la empresa. Tal que así. 

La distopía no nos queda nada lejana, al contrario. La compañía Deliveroo ha llegado a los primeros acuerdos extrajudiciales en España para evitar ser sancionada por desplegar una organización laboral fraudulenta. La empresa de reparto a domicilio tiene a todos sus trabajadores en el régimen de autónomos, evitando ya directamente cotizar por ellos, a pesar de que cumplen con unos horarios y le prestan sólo a ella sus servicios. Ni siquiera los despide, cuando no está a gusto con ellos, o protestan los «desconecta», es la jerga de la compañía. Pero esto es así no sólo en empresas de la denominanda «economía colaborativa», hace tiempo ya que el fraude de los falsos autónomos es una moneda plenamente corriente en el mercado laboral español con todas las vistas gordas que se le puedan echar desde cada uno de los estamentos responsables.

Como este tema de los derechos del trabajo siempre está sepultado por el debate territorial apenas se menciona. Se habla de las cuestiones nacionales, de la financiación de las comunidades, con varias de ellas apelando a la ordinalidad, para que los territorios con mayores niveles de renta, las que más aportan al fondo común, tengan un límite a la solidaridad entre regiones. ¿Pagan los impuestos las personas o los territorios? Quizá antes de que se acabe de dar respuesta a esta cuestión nos encontremos aquí a personas pagando los tributos para entes no ya naciones sino multinacionales, pero privadas.