Todo espaldas, alcaldesa

Fernando Ónega
fernando ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

Javier Lizon | efe

02 dic 2017 . Actualizado a las 10:16 h.

Ya que es sábado, pido permiso a ustedes y a la dirección de La Voz de Galicia para no hablar de Cataluña, de los presos ni de los fugados. Al fin y al cabo, el juez Llarena no decidirá hasta el lunes sobre la situación de los jordis y los consellers encarcelados preventivamente y no es cuestión de ponerse a jugar a profeta ni de hacer un juicio paralelo sobre la cuestión.

Por eso, hoy les propongo hablar de algo mucho más importante: de cómo quienes vivimos en Madrid o sus visitantes tendremos que andar en dirección obligatoria por dos calles céntricas de la ciudad durante las próximas semanas. El excelentísimo Ayuntamiento que tan dignamente dirige doña Manuela Carmena ha pensado que, a la vista del gentío que acude a la Puerta del Sol durante las fiestas navideñas, tiene que organizar el tráfico de los peatones. El de los coches ya lo organiza cerrando carriles de la Gran Vía.

La cosa se regula así: quien vaya de Callao a la Puerta del Sol irá obligadamente por la calle del Carmen y regresara a Callao por la calle Preciados. Quien lo haga en dirección contraria a la ordenada será como un kamikaze en una autopista. Puede ser arrollado por la multitud, abucheado, insultado, calificado como insolidario, denunciado como subversivo e incluso condenado al fuego eterno por atentado contra el orden (y la orden) peatonal. No se ha dicho cuál será la sanción y su importe, pero no me extrañaría que le quitasen puntos del carné de peatón.

Se nota que la señora alcaldesa y sus concejales no van mucho a la playa ni estudiaron en Lugo. Si fuesen mucho a la playa, sabrían que casi siempre hay un paseo marítimo al que llaman «calle del coño» porque la gente pasea en dos direcciones, se ven las caras, se dicen: «¡Coño, Pepiño!» y eso facilita la comunicación entre las personas y la relación entre los pueblos, porque siempre hay por allí alguien de Granollers o del Ampurdá que te explica lo del Puigdemont.

Si hubiesen estudiado en Lugo cuando en Lugo se paseaba, sabrían que la gracia era subir y bajar los soportales cuando llovía, que era siempre, y andar y desandar la calle da Raíña (antes, de la Reina), cruzar la mirada con alguna chica y, con algo de suerte, al décimo cruce ya te atrevías a preguntarle si estudiaba en el Instituto o en las Josefinas. Eso también creó estructura social y, pasado el tiempo, estructura familiar. El paseo en dos direcciones tiene valores más altos que la vulgar ordenación de peatones.

Y eso es lo que no le perdono a la alcaldesa Carmena, con lo bien que me cae: en las tardes de ocio navideño solo podré ver la espalda de los demás viandantes. No podré cruzar la mirada con ninguna jubilada. No podré reconocer a ninguno de Mosteiro que haya ido a Madrid a darse un garbeo. Todo espaldas, alcaldesa. Y encima, como es invierno, tapadas. Voy a hacer como Podemos: llevarlo al Tribunal Constitucional.

Se nota que la señora alcaldesa y sus concejales no van mucho a la playa ni a pasear por Lugo