Sánchez rema a favor del nacionalismo

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

Andreu Dalmau | Efe

13 dic 2017 . Actualizado a las 07:30 h.

Pedro Sánchez ha construido sobre una posición maniquea el discurso clave que repite como martillo pilón en la campaña catalana. En primer lugar, proclama, están los malos: Esquerra Republicana (ERC) y Junts per Catalunya, por un lado; y el Partido Popular y Ciudadanos, por el otro. Y luego están los buenos, es decir, los socialistas, que representarían, según Sánchez, a quienes luchan por la España plural y diversa y la concordia entre los extremos: el secesionismo que quiere romperla y la nación uniforme que proponen el PP y Ciudadanos. Ni una palabra, por supuesto, sobre a quién piensa apoyar el PSOE (si a los independentistas o a los uniformadores) dado que Iceta va de cuarto en todos los sondeos.

Sea como fuere, es obvio que la utilización de argumentos maniqueos, que reducen la realidad política a una tajante oposición entre los buenos y los malos, no supone ningún descubrimiento, pues todos los partidos los utilizan en campaña. Ni siquiera es novedoso que tal maniqueísmo no suela responder a la verdad, como ocurre ahora con Sánchez en el caso catalán: pues, si es cierto, que ERC y Junts per Cataluña han organizado una rebelión secesionista contra el Estado democrático, parece una burla calificar de partidarios uniformistas a quienes defienden, como el PP y Ciudadanos, el modelo de Estado profundamente descentralizado (de hecho federal) en que vivimos. Si España es uniforme lo son también Estados Unidos, Suiza, Austria o Alemania, lo que quizá ya solo crea Pedro Sánchez.

La cuestión no es, por tanto, que Sánchez haga lo que sus competidores (utilizar argumentos maniqueos para ganar votos), sino que su proclama de que hay que acabar con la España uniforme que hoy sufrimos rema objetivamente a favor del discurso enloquecido de los nacionalistas (sean catalanes, mallorquines, valencianos, vascos o gallegos). Pues que España es uniforme, y no diversa y plural, como proclama el renacido líder socialista, es la sandez, falsa de toda falsedad, con la que llevan más de tres décadas dando la matraca los nacionalistas. Sánchez -ya se sabe- está dispuesto a todo para llegar a la Moncloa, incluso a favorecer con sus palabras el demencial discurso de quienes aspiran a trocear el país, como si se tratara de una tarta de merengue.

¿Es España uniforme? ¿En serio, señor Sánchez? Puede calificarse así a uno de los países más descentralizados del planeta, donde el Estado ha quedado reducido a casi nada en no pocos territorios, donde la lengua común es en algunos arrinconada hasta la persecución y donde el respeto a las culturas autóctonas no encuentra parangón en ningún sistema federal de los existentes en el mundo.

Es posible que Sánchez no sea consciente de la gravedad de sus palabras. Pero es seguro que pertenece a la estirpe de los Zapatero, Montilla y Maragall, que, por meros intereses de partido han hecho, como él, más por el avance de los nacionalismos que muchos nacionalistas de tronío.