Los comunes construyen muros en las fronteras de su voto

Tomás García Morán
Tomás García Morán CUADERNO ELECTORAL

OPINIÓN

Alejandro García | EFE

14 dic 2017 . Actualizado a las 08:39 h.

Los comunes de Ada Colau y Xavier Domènech ganaron las últimas dos elecciones generales en Cataluña (las fallidas de diciembre del 2015 y las de junio del 2016). Pero las perspectivas para las autonómicas no son tan halagüeñas. En un escenario tan polarizado, en que el debate social queda ensombrecido por el monotema, las encuestas pronostican para ellos un resultado incluso peor que el de septiembre del 2015, donde ya fueron los perdedores junto con Unió. Ambas fuerzas se reivindicaron entonces como el puente necesario entre indepes y unionistas. Unió ya desapareció y su actual líder, Ramón Espadaler, va ahora empotrado en la candidatura de Iceta. En cambio, los comunes tienen todas las papeletas para hacerse con la llave de la legislatura, que en el 2015 evitó la irrupción de la CUP. En ese contexto, sorprenden las sutiles formas que usan Pablo Iglesias y Domènech para seducir a los votantes ajenos. El primero ya soliviantó a todo el mundo indepe la semana pasada, cuando los acusó de resucitar los fantasmas del franquismo. Diez días después se lo siguen recordando en los mítines. No se lo perdonarán nunca. Domènech, por su parte, dijo lo mismo ayer en una entrevista en La Vanguardia, quizás con un tono menos agresivo: «Su huida hacia adelante nos ha metido al PP en la cocina de Cataluña». También tuvo un cariñoso mensaje para Ciudadanos: «Si Arrimadas ganase, sería la derrota de todos los catalanes y la victoria solo de José María Aznar. Por lo tanto, no puede ganar Ciudadanos».

Esta contundencia verbal no parece la receta idónea para un partido que busca la centralidad del debate. Domènech parece empeñado en construir muros en las fronteras de su voto. Un amigo catalán ilustra con una anécdota lo que puede estar ocurriendo en muchos lugares de Cataluña. Cada día desayuna con un grupo de personas. Hay dos que habían votado a los comunes. Llevaban tiempo diciendo que votarían Iceta. Desde hace dos días dicen que lo harán por Arrimadas, «para tocarles los cojones de verdad».

La fórmula Iceta en cambio se entiende mucho mejor, se comparta o no. Tal parece que él y Arrimadas se hayan tomado un café antes de empezar la campaña y se hayan repartido las parcelas, con un pacto de no agresión: Ciudadanos el voto unionista y el PSC el catalanista asustado con el desvarío de octubre. El último ejemplo ha sido la promesa efectuada por Iceta de pedir el indulto para Junqueras y compañía cuando sean condenados.

En el flanco indepe, la novedad del día fue la constatación de que ERC ha decidido esconder definitivamente a Marta Rovira. Al debate del domingo en La Sexta acudirá Carles Mundó. La operación debe de estar bendecida por Junqueras, a quien Mundó visitó en prisión el domingo. Rovira se pegó un batacazo en el primer cara a cara con Arrimadas y evitó acudir a otro debate posterior en TVE, con la excusa de que estaba en la manifa de Bruselas, aunque esta fue por la mañana y el debate por la noche. Al día siguiente no fue a un mitin. Dijeron que estaba acatarrada. Fuera de la zona de confort indepe hace mucho frío.