La red de influencias en Irán

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

06 ene 2018 . Actualizado a las 10:12 h.

Es inevitable la comparación con las protestas de 2009 por la burda manipulación de los votos que dio una inmerecida victoria electoral a Ahmadineyav, el candidato apoyado por Alí Jamenei, un clérigo que lleva ejerciendo cargos en Irán desde la revolución de 1979 y quien desde 1989, tras el fallecimiento de Jomeini y a pesar de las críticas sobre su autoridad religiosa, es el líder supremo. Jamenei rige sin cortapisas los destinos del país ya que, aunque, en teoría, existe la separación de poderes, el presidente de la República no puede acceder a ese cargo sin su aquiescencia.

Y es que Jamenei ha sabido tejer una red de influencias que le permite dominar todos y cada uno de los aspectos del gobierno de país. Por eso, las presidencias de los moderados, el anterior Jatami y el actual Rohaní apenas han podido lograr cambios. Y, por eso también, Irán no ha sido gestionado como debiera, de tal modo que todas aquellas lacras de las que se acusaba al Shah: nepotismo, violencia de las fuerzas de seguridad, etcétera, han sido repetidas e incluso incrementadas al añadir el factor de represión religiosa.

Irán hoy es un país corrupto y empobrecido, pese a su riqueza en hidrocarburos, entre otros motivos, por la fuerte inversión que realiza en Irak, Siria, Líbano y Palestina para consolidar la primacía chií en estos países.

Además, los bajos salarios impiden a los iraníes afrontar los estratosféricos precios de la vivienda y los demás bienes y servicios.

Por eso, aunque existe cierta similitud desde el punto de vista de reivindicación política, en las protestas de estos días pesa más el factor económico que el político sin obviar la falta de libertades que hacen mella en una población joven que ve no solo cómo no tiene expectativas de futuro sino que su sufrimiento ya no puede justificarse en la puesta en marcha de los ideales revolucionarios de sus padres porque se han demostrado falaces e irreales. Irán debe cambiar, pero el tiempo nos dirá si esta transformación se hará de manera pacífica o violenta.