Un error demasiado caro

Manel Loureiro
Manel Loureiro PRODIGIOS COTIDIANOS

OPINIÓN

22 ene 2018 . Actualizado a las 08:42 h.

Pónganse en situación. Son las ocho de la mañana, están ustedes desayunando, preparando a los niños para el colegio, remoloneando en la cama o lo que sea que hagan a esas horas, cuando de repente llega un mensaje a sus móviles -a todos los móviles de todas las personas que conozcan y les rodean- con un sonido estridente. En la pantalla aparece el siguiente mensaje, enviado por Protección Civil: «Amenaza de misil balístico acercándose. Busque refugio de inmediato. Esto no es un simulacro».

Imagínese el pavor cuando, confundido, enciende la radio o la televisión y ve que la emisión normal se ha interrumpido para pasar el mismo mensaje, añadiendo que si está en el exterior tiene que buscar un lugar seguro donde guarecerse y si va conduciendo debe salir de la carretera. Imagínese la angustia cuando se da cuenta de que posiblemente solo le queden cinco minutos de vida y estos se le escurren entre los dedos. Imagínese, en definitiva, el enorme cabreo que sentirían cuando , casi cuarenta minutos más tarde, alguien confirmase oficialmente que se ha tratado de un error humano.

Esto, que les puede parecer disparatado, acaba de suceder en el archipiélago de Hawái hace apenas unos días. En un desafortunado malentendido, un operador del servicio de alerta temprana apretó el botón que no debía y el «mensaje del fin del mundo», como le han llamado, fue enviado de forma automática a todos los teléfonos de las islas, aunque las autoridades tardaron casi tres cuartos de hora en aclarar el malentendido. Durante ese tiempo, las escenas de pánico, las despedidas apresuradas y, estoy seguro, algún corte de mangas de última hora, se sucedieron en Hawái. Todo esto no pasaría de ser una coña, o una divertida anécdota, si no fuese porque nos recuerdan, una vez más, lo evidente. Vivimos sentados en un enorme barril de pólvora, hay miles de misiles nucleares apuntándose y todo el frágil equilibrio puede venirse abajo por un desafortunado error humano, debido a que, al fin y al cabo, son personas las que están detrás de las máquinas que han de lanzar a los heraldos de la muerte. Como comentaba aliviado un residente de Hawái «menos mal que apretaron por error el botón de 'alerta de misiles' y no el de 'lanzar misiles'».

Puede que piensen que es un temor infundado y que algo así no puede suceder. Y quizás tengan ustedes razón, pero hay una serie de cosas que a mi no terminan de tranquilizarme. La primera, la mera existencia de incidentes como este, algo que en teoría no debería pasar. La segunda, que no es la primera vez que sucede algo tan absurdo y potencialmente catastrófico (Bill Clinton perdió durante varias semanas los códigos de lanzamiento nuclear y no dijo nada al Servicio Secreto, por ejemplo). Y la tercera, y más importante, es saber que dos tipos fanfarrones, impulsivos y de ego desmesurado como Kim Jong Un y Donald Trump se observan de un lado y del otro del Pacífico, con las pistolas (nucleares) cargadas. En medio de tanta tensión, un fallo como el de Hawái puede llevar a reacciones precipitadas y a la postre erróneas, de la otra parte. El problema de los errores en este tipo de partidas, es que después no tienen vuelta atrás. Y las consecuencias las pagamos todos.