Sí a la prisión permanente revisable

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

PIERRE-PHILIPPE MARCOU | AFP

21 ene 2018 . Actualizado a las 09:12 h.

¿Es inhumana la prisión permanente revisable (PPR)? ¿Viola nuestra Constitución? ¿Convierte a España en una bárbara excepción entre las mejores democracias? ¿Constituye, en fin, una forma de venganza de la sociedad? 

Esas son las cuestiones a resolver en la polémica abierta en España sobre si debe derogarse la PPR, introducida en 2015 en el Código Penal solo con los votos del PP. El PNV propuso en 2016 su supresión, que, con el apoyo de la oposición y la abstención de Ciudadanos, ahora se tramita en nuestras Cortes.

Para quienes entienden que se enfrentan el humanismo y la reacción la cosa es evidente. También para los que todo lo resuelven según las siglas de partido: de un lado el PP y su supuesta marca blanca, del otro los progresistas, aunque entre ellos esté Bildu, partido heredero de ETA y conocido defensor de todos los derechos. Tales simplificaciones son, sin embargo, una burda manipulación de un debate que quiere resolverse escondiendo verdades como puños.

Primera: que resulta disparatado, por falso y demagógico, considerar inhumana una pena cuya legalidad ha sido avalada por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos -que la considera ajustada a su Convenio, donde se prohíben las penas inhumanas o degradantes- y por el Estatuto de la Corte Penal Internacional.

Segunda: que, a expensas de lo que decida el TCE cuando resuelva el recurso planteado ante él contra la inclusión de la PPR en el Código Penal, no creo, como jurista, que esta sea contraria a nuestra ley fundamental. La Constitución determina que las penas privativas de libertad estarán orientadas en España hacia la reinserción de los reclusos, reinserción que sería, en efecto, imposible si la privación de libertad no fuera revisable. Cualquiera que lea nuestro Código Penal verá que en él se establece un mecanismo muy garantista de revisión de la pena permanente que asegura que quien se haya reinsertado pueda recuperar la libertad. Afirmar, por ello, que el término PPR es un eufemismo de cadena perpetua es mentir de un modo obsceno.

Tercera: la pena de PPR está prevista, entre otros países, en el Reino Unido, Alemania, Italia, Francia, Dinamarca, Suiza o Austria, que no son la avanzadilla de la barbarie en el planeta sino todo lo contrario.

Cuarta: La PPR no es ningún caso una venganza sino una reacción legítima del Estado frente a aquellos criminales que por la gravedad de sus delitos y/o su peligrosidad solo pueden recuperar la libertad cuando existen sólidas garantías de que no volverán a delinquir.

Por todo ello, solo desde el cinismo más desvergonzado o desde la más absoluta irresponsabilidad puede sostenerse que la preocupación por defender a la sociedad de peligrosos criminales es el fruto del pensamiento reaccionario y no de la voluntad de proteger a los más débiles frente a quienes desprecian el respeto a la vida, la integridad y la libertad de los demás en las que se basa la convivencia en una sociedad civilizada.