La ira del «procés»

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

22 ene 2018 . Actualizado a las 08:43 h.

Lo que más me impresiona del procés catalán es lo poco que parece importarles a los independentistas la decadencia económica de su país, que ellos mismos inducen. Nunca tienen palabras para analizar esa crisis que patrocinan con tan ciego entusiasmo, como si en verdad no fuese con ellos. ¿Cómo explicarlo? ¿O no tiene explicación?

La realidad es que los acontecimientos se precipitaron en Cataluña a partir del 1 de octubre del año pasado. Y, desde entonces, la economía catalana avanza bajo una tormenta que está frenando su crecimiento (unos mil millones de euros menos), dejando huellas muy negativas en sus balances económicos. Lo cual es una consecuencia directa del desafío independentista, como reconocen todos, menos los independentistas, claro.

¿Estamos ante un proceso irreversible? Los expertos dicen que no, pero ya vislumbran las cicatrices del desafío independentista, que van en aumento. Miles de empresas han registrado cambios de sus domicilios fiscales y/o sociales (entre ellas, bancos y empresas de primer rango). Pero esto, ¿qué les importa a los valerosos luchadores por la independencia de Cataluña? Nada, según nos dejan entrever.

¿Y el paro? En aumento, según datos de 2017, y estamos a la espera de informes más recientes. Pero sí se sabe que los datos negativos de octubre pasado duplicaron los de 2016, lo cual encierra, cuando menos, la previsión de un mal augurio. Sobre el turismo extranjero, los datos son positivos, con un crecimiento del 11,4% en España, pero solo un 6% en Cataluña. Cifras que, cuando menos, justificarían una cierta alarma.

Decía el Dalai Lama que «la ira nace del temor, y este de un sentimiento de debilidad o inferioridad. Si usted posee coraje o determinación, tendrá cada vez menos temor y en consecuencia se sentirá menos frustrado y enojado. La ira es nuestro auténtico enemigo, ya que se halla en nuestra mente. La ira no cambia nunca su naturaleza. Siempre hiere y destruye. Y lo que es peor, aniquila nuestras propias fuerzas y energías». No hablaba de Cataluña, claro. Pero la reflexión tiene un valor universal como referencia a la ira de los fanáticos, sean independentistas catalanes o marcianos.