10 feb 2018 . Actualizado a las 09:43 h.

Seguro que todos esos hombres tienen mujeres, hijos y mascotas, pero lo que los hace iguales a los asesinos en serie es su falta de remordimiento, de estructura emocional interna, su incapacidad para empatizar con los demás». El diagnóstico lo emite la doctora Wendy Carr protagonista de Mindhunter, la serie de Netflix que retrata la puesta en marcha del primer grupo de psicología criminal que crea el FBI a principios de los años setenta. «Todos esos hombres» de los que habla no descuartizan cadáveres ni empalan mujeres, aunque su complexión emocional no sea sustancialmente diferente de la de esos monstruos. Son delincuentes financieros que localiza en las élites empresariales y su campo de investigación son corporaciones como IBM, MGM, Ford o Exxon que aparecen mencionadas en la serie con todas y cada una de sus letras.

Es inevitable recordar este pasaje de Mindhunter el día que Francisco Correa declara en el Congreso de los Diputados desde prisión. ¿Cuántos psicópatas sobreviven arropados por el poder? ¿Cuántos ministros, secretarios de Estado, ejecutivos de grandes corporaciones están incapacitados para sentir la punzada insoportable del remordimiento cuando se enfrentan a una de sus víctimas? ¿Qué porcentaje de perturbados cuya química les impide ponerse en el lugar del otro toman decisiones a diario sobre nuestras vidas?

La gran recesión levantó la alfombra de la psicopatía política y empresarial. Muy pocos de los que despeñaron el sistema se conmovieron por llevar a la miseria, a la pobreza o al desasosiego vital a millones de personas con cuyas vidas especularon. Muchos no solo no fueron castigados con la multa del remordimiento, sino que fueron recompensados con altos ministerios en los que siguieron utilizando la realidad a su antojo.

Según el periodista y documentalista galés Jon Ronson, autor entre otros de La prueba psicópata: Un viaje a través de la industria de la locura, el cuatro por ciento de los líderes empresariales son psicópatas. Roson parte de los trabajos realizados unos años antes por el científico Robert Hare, autor de la primera lista de verificación de la psicopatía, cuya revisión inquieta un poquito. Ambos demuestran que estamos rodeados de psicópatas, que muchos de nosotros en el fondo lo somos, y que el capitalismo es, al fin, la manifestación más despiadada de la psicopatía. Si aceptamos sus conclusiones, puede que empecemos a entender muchas cosas.