Alcachofas y trufas

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

25 feb 2018 . Actualizado a las 08:29 h.

Cuántas veces un censor es un estúpido. Lo era el que retorció el doblaje de Mogambo para ocultar la relación adúltera de Grace Kelly con Clark Gable y ofreció a cambio al confundido espectador español un señor incesto. Lo tenía que ser el que recortó una escena de Sor Citroën porque las monjas leían durante la comida el código de circulación en lugar de la Biblia, aunque quizás haya algún mensaje libidinoso en las rotondas que nuestras mentes simples no hayan alcanzado a ver. Y lo tiene que ser el genio que levantó las dichosas fotos de la galería Helga de Alvear en Arco y que con su ímpetu exterminador y pelota ha conseguido hacer el ridículo más bochornoso de la historia de la feria. 

Es probable que la propuesta artística de Santiago Sierra hubiese pasado de largo por nuestras vidas sin el eficaz concurso del censor, a quien el artista debería regalar un jamón, o dos. Es sabido que no hay mejor manera de impulsar un acontecimiento que prohibiéndolo. Y ahí el exterminador de Arco anduvo fino como un lince. 

En el año 1991 apareció en los almacenes de Universal el metraje original de Espartaco, la película producida por Kirk Douglas. Treinta años después del estreno se encontraba la conversación que Laurence Olivier mantenía con un hermoso Tony Curtis en la que el inglés le sugería que alternase su gusto por las ostras con la ingesta ocasional de caracoles. Los guardianes del código Hays habían fibrilado con la secuencia por la evidente propuesta homosexual que salía de la boca de Craso. Llegaron a proponer que se sustituyeran las ostras y los caracoles por alcachofas y trufas, una majadería a la que Douglas se negó con lo que la escena fue recortada. Hoy, es una de las más reproducidas de la película.