Eroski (Intu Asturias)

OPINIÓN

26 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuatro actores concurren en uno de los escenarios-superficie de Intu Asturias para representar una obra dramática.

Actor 1. Eroski quiere vender su negocio.

Actor 2. Carrefour quiere comprar ese negocio.

Actor 3. Los gestores de Intu Asturias no autorizan la operación.

Actor 4. El conjunto de los empleados de Eroski sabe que perderán sus empleos, al menos en su mayoría, si no hay compraventa.

La obra. Desde los tiempos más antiguos con la agricultura, luego, y sucesiva o paralelamente, con el comercio, la artesanía, la construcción, la industria y los servicios, se viene escenificando al pie de la letra la obra maestra de Marx, que en el hasta hace poco llamado Parque Principado es delimita por sus constantes más sencillas y puras, a recordar: los empleados son ‘cosas’ dentro de las cosas (una estantería, un paquete de garbanzos, medio kilo de ternera, un carrito). Todas las cosas tienen una tarea y solo una: no dar beneficio, sino dar el mayor beneficio posible (y el imposible se intenta, por si sale).

Así pues, este drama, universal, gira en torno a la plusvalía. En la más que ardiente actualidad, la plusvalía tiene innumerables puntos de recogida de la ‘simiente’ (los inversores): todo el Globo. Esta circunstancia supone que la diferencia entre los gastos de explotación, muy particularmente los de la explotación humana, y los ingresos por la venta de los bienes obtenidos, sea astronómica.

La clave que desvela la trama de la obra está, entonces en la simiente, los fondos de inversiones. Desde Gran Bretaña, unos ‘ejecutivos’, que resaltamos para darles la dimensión de ejecutores, recogen los dineros de cientos de miles de ahorradores, especuladores, etcétera, a los que se les ha asegurado una alta rentabilidad. Cumplir con el pacto es indispensable para los ejecutivos, pues sus sueldos son abrumadoramente sucios. O sea, dan asco.

El drama de los trabajadores de Eroski es que desde Gran Bretaña han echado cuentas, y la rentabilidad se incrementará si la superficie que ocupa el actual supermercado es troceada y alquilada a un montoncito de tiendas, que, a su vez, pagarán menos a sus empleados para hacer frente a la renta y obtener unas ganancias que se intentará vayan subiendo. Trocear Eroski es anudar con más fuerza el pacto (nudo gordiano, y no hay un Alejandro): más capital para los inversores, más capital para los ejecutores.

La estantería, el paquete de garbanzos, el medio kilo de ternera, el carrito y las mujeres y hombres del centro comercial son la misma cosa, cuya valía es proporcional al rendimiento que den, cuantificado en monedas. Que en ese conjunto de ‘cosas’ haya materia orgánica e inorgánica, es un asunto que no viene a cuento.ed