Un mundo feliz

María Xosé Porteiro
María Xosé Porteiro HABITACIÓN PROPIA

OPINIÓN

02 mar 2018 . Actualizado a las 07:14 h.

Un informe del World Justice Project sobre el imperio de la ley, el derecho y protección de los derechos fundamentales sitúa a España por detrás de Uruguay, Portugal, Corea, Estados Unidos, Francia, República Checa, Hong Kong, Singapur, Estonia, Reino Unido, Australia, Canadá, Austria, Nueva Zelanda, Países Bajos, Finlandia, Noruega o Dinamarca. Seguimos siendo la cuarta potencia económica europea pero, a la vez, somos la novena en salario mínimo mensual, la tercera en pobreza infantil, nuestro porcentaje del PIB per cápita es el resultante de dividir por dos el de Irlanda y por tres el de Luxemburgo, hemos pasado de ser la octava potencia mundial a ocupar el puesto número quince y hace tiempo que descendimos de los mejores puestos en desarrollo humano. Pero los datos son fríos y manipulables.

De hecho, el Gobierno nos asegura que la economía va como un jet, que no hay trabajadores pobres, los cerebros no se dan a la fuga, el presupuesto dedicado a la investigación y la innovación es óptimo, los pensionistas no saben en qué gastar el cuarto de euro mensual de que disponen con la última subida y, además, las libertades y los derechos fundamentales son un ejemplo en todo el orbe. No hay más que ver los ejemplos en materia de libertad de expresión que nos llevan a las principales cabeceras mediáticas del mundo o la rectitud de la Justicia, que no voy a comentar aquí porque no me parece ético darme a la buena vida, a cuenta de los presupuestos del Estado, en alguna confortable prisión.

Las que se quejan porque asesinar mujeres es tendencia -a veces llegan a ser trending topic- son unas feminazis resentidas. Los abuelos que andan manifestándose por calles y plazas lo hacen porque van más calentitos que si se ponen a mirar las obras desde la acera y de paso se cuentan sus chanzas y batallitas. La juventud no se vuelve más violenta. Lo que pasa es que por fin se han dado cuenta de que era verdad aquello de que para estar guapa hay que sufrir, y de que si te quiere, te mata. Y ya está bien de tanta propaganda que lo que quiere es aguarnos esta etapa que nos recuerda a la que vivieron nuestros padres cuando los años de paz se contaban de veinticinco en veinticinco. No sé a qué viene tanta queja. Aquí lo que tenemos es mucho vicio. A ver si vamos a tener que seguir los pasos de ese gran líder que preside al mejor país del mundo, los Estados Unidos, instauramos sin tapujos la pena de muerte y liberalizamos las armas de fuego para que a los protestones los quiten del medio los justicieros. Alguno por aquí ya va enseñando la patita.