El mono y el torero

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

Javier Cebollada | efe

18 mar 2018 . Actualizado a las 08:33 h.

Un torero condenado por embestir mortalmente a un sevillano acaba de conseguir que un juez multe a una revista satírica que vistió al matador de alienígena y lo acompañó del perturbador titular «Viernes de dolores, sábado de resaca» . Escrutada la portada condenada, resulta misterioso averiguar en qué parte habita la ofensa por la que la revista tendrá que pagar 40.000 euros a Ortega Cano lo que confirma que el umbral del agravio anda estos días en España tan diezmado como el vigor de su libertad de expresión.

El sentido del humor es la más gozosa revelación de la inteligencia y amordazarlo, aunque se manifieste como sátira en su versión más ácida, incluso aunque sea una muestra torpe y mejorable, es un síntoma preocupante de nuestra complexión democrática.

El hombre más caricaturizado de la historia fue Charles Darwin. Era científico y le contó al siglo XIX y a toda la humanidad que el ser humano fue antes un mono. Y antes un pez. Y antes ese antepasado común del que venimos todos los organismos de la Tierra. Las grandes revistas satíricas de su época, incluida la británica Punch, que fijó el estándar, dibujaron una y otra vez al sabio con cuerpo de mono. Incluso hoy la imagen que nuestra mente proyecta del científico es la de una cabeza gigante y privilegiada acompañada de un torso de primate. La caricatura ha tenido tal impacto como imagen contemporánea que hasta formó parte de la etiqueta de Anís del Mono. Los dibujos fueron primero una vigorosa expresión del impacto profundo que causaron las teorías de Darwin, una reacción nerviosa ante el terror de saberse monos, pero con los años se convirtieron en un homenaje al grandísimo genio que supo explicarnos de dónde venimos sin el aliño increíble de la religión. Menos mal que no había un ofendido juez español para impedirlo.