La mala memoria de la presidenta

María Xosé Porteiro
María Xosé Porteiro HABITACIÓN PROPIA

OPINIÓN

23 mar 2018 . Actualizado a las 07:03 h.

Que el escándalo Cifuentes se deba a guerras internas del partido popular es irrelevante, lo grave es que se busquen justificaciones de difícil demostración para unos hechos que, de confirmarse, podrían suponer prisión y/o inhabilitación para una política y varios funcionarios públicos. Se hacen precisas una comisión de investigación en la Asamblea madrileña, para darle curso político, y la intervención de la autoridad fiscal pertinente. Y como salida a esta crisis, el pacto Ciudadanos-PP debiera provocar una moción de censura que podría resolverse con candidaturas de cualquiera de estas formaciones, previa dimisión de la actual presidenta.

Cristina Cifuentes defiende con el mismo ahínco su condición de agnóstica y republicana, situada en los sectores más progresistas del PP, que su correcta defensa del trabajo final de máster, cuestionado por abundantes documentos y datos en sentido contrario, aunque no se acuerde de dónde lo puso. Se confirma su tendencia a lo incongruente, pues llevó a sus hijas a colegios religiosos considerados ultras: no se le ha escuchado ni una sola propuesta o consideración que justifique su republicanismo y, no es posible con su currículo académico, que no haya guardado una copia de un trabajo que tenía como título Reparto competencial en cuanto a materia de seguridad ciudadana, asunto sobre el que debía tener conocimiento e información sobradas a su paso por la Delegación del Gobierno de Madrid. Por cierto, Pablo Chico, profesor suyo en la otra asignatura que aprobó por similar procedimiento, demuestra también una frágil memoria cuando dice no recordarla como alumna porque en el curso 2011/12, la entonces delegada del Gobierno no era tan famosa como ahora.

Lo más chocante de sus explicaciones es que no haya sido capaz de hacer mención al contenido de su trabajo. Nadie que haya pasado por pruebas similares lo olvida hasta el punto de no poder dar algún detalle sobre cómo trató y a qué conclusiones llegó, respecto a un asunto que ocupa, como mínimo, varias semanas. Si las acusaciones que están sobre la mesa son ciertas, ese trabajo nunca estuvo ni en soporte informático o de papel, ni en la mente de su hipotética autora. No ayuda a mantener la confianza en su buena fe el repaso a una biografía donde consta que tuvo, al mismo tiempo, trabajos profesionales y tareas políticas en el mundo universitario, con capacidad para influir sobre la marcha de instituciones en las que trabajó o trabajaba y en las que, también simultáneamente, era alumna.

Una crisis de gobierno sería lo menos malo que podría ocurrir para garantizar la gobernabilidad y estabilidad de la región. Todavía falta algo más de un año para las próximas elecciones autonómicas de mayo del 2019, si es que la señora Cifuentes no las convoca anticipadamente.