El máster «fake» y el nombre ruso

César Rodríguez Pérez
César Rodríguez JUEGO DE TRONOS

OPINIÓN

Víctor Lerena

06 abr 2018 . Actualizado a las 11:14 h.

Cristina Cifuentes sacó su fusil. Y empezó a borrar a periodistas de su timeline de Twitter. ¿Será tal vez un presagio del fin de su carrera política? La presidenta de la comunidad de Madrid, en tiempos aspirante a suceder a Rajoy, ahora devorada por el escandaloso mastergate, resiste porque a Ciudadanos le interesa desgastar al PP a fuego lento. 

Y también porque a los naranjas les saldría un sarpullido si, con sus votos, el PSOE accediera al poder en Madrid. Es lo que tiene verse a solo dos pasos de la Moncloa, el umbral de la tolerancia con la corrupción y las irregularidades cambian.

La ciudadanía ha juzgado y sentenciado, pero Cifuentes se enroca. Ha sido la gran protagonista de la actualidad política y de las redes. En otro país europeo, habría renunciado. ¿Y aquí? Pues dimitir siempre se pareció a un nombre ruso. Y la mayoría de los políticos nunca supieron conjugarlo.

Cifuentes tiene suerte. Le han caído en suerte dos cortinas de humo que serían capaces de ocultar el monte Gaiás. La primera, la escena entre las reinas borbonas. El juego de tronos de Letizia y Sofía avivó todas las teorías de la conspiración posibles sobre las relaciones de los miembros de la Casa Real. La segunda es la decisión alemana sobre Puigdemont. El relato oficial decía que los germanos eran amigos. Y que todo estaba atado, controlado y firmado. Como el máster fake de Cifuentes.