Inaugurada la campaña electoral

María Xosé Porteiro
María Xosé Porteiro HABITACIÓN PROPIA

OPINIÓN

Juan Carlos Hidalgo | EFE

09 abr 2018 . Actualizado a las 07:55 h.

No hay manera de encajar el apoyo de Ciudadanos a la presidenta madrileña en su presunto caso de corrupción porque evidencia que la «nueva política» se parece demasiado a la vieja cuando sus representantes no tienen problema en incumplir, a conveniencia, las promesas electorales. El partido naranja sacaba pecho de su capacidad para condicionar acuerdos, poniendo la integridad y la limpieza como fronteras para apoyar o permitir gobiernos de otros colores. Ahora están dispuestos a aguantar el tirón a costa de dar un espectáculo poco edificante en uno de sus posibles graneros de votos en las próximas elecciones: la comunidad autónoma de Madrid, nave capitana del PP junto con Galicia, cuyos dirigentes sonaron más de una vez como posibles sustitutos del gastado liderazgo de Mariano Rajoy.

No ha sido suficiente con que la presidenta que hacía gala de una intachable hoja de servicios se hubiera convertido en frecuente motivo de chanza entre la ciudadanía por el posible trato de favor recibido de una universidad. Ni que sus argumentos rocen la estulticia. Ni que con ello se ponga en cuestión el funcionamiento de instituciones de primer orden en el entramado público, como son las universitarias, donde las competencias autonómicas son amplias y decisivas. Ni que todo lo ocurrido merezca una investigación interna y externa en la que las cabezas rodarán sí o sí…

El escándalo Cifuentes no ha merecido la censura de los representantes de Albert Rivera, cuyo discurso feroz en Cataluña contra la corrupción y sus soflamas de renovación y capacidad le sirvieron, con el añadido de una eficaz Arrimadas al frente, para lograr una inédita situación parlamentaria. Sin embargo, se torna complaciente cuando se trata de apuntalar al PP español y madrileño.

Al menos, la moción de censura presentada por el PSOE, con el apoyo de Podemos, ha servido para que los jirones de careta que aún quedaban en el rostro de Rivera cayeran al suelo y dejaran al aire la verdadera intencionalidad del comodín de la derecha. Y ha servido también para ver, oh, cielos, a la oposición de izquierdas uniendo sus manos como alternativa que podría alentar a su desilusionada masa de votantes. En esta área del terreno de juego, sus seguidores han podido soñar por unas horas, con un escenario de acuerdo entre dos fuerzas políticas que parecían más empeñadas en la confrontación que en la alianza. Y, tal vez, pueda salirles gratis pues, incluso no teniendo el apoyo de algún verso suelto en forma de voto procedente de Ciudadanos, habrán dado un paso al frente y tomado posiciones sin desgastarse por ello en el ejercicio del poder.

De llegar a gobernar juntos en año preelectoral correrían un alto riesgo si las cosas no funcionan bien, y es un plazo demasiado corto para que una gestión eficaz pueda rentabilizarse. Y ha servido también esta moción para dejar inaugurada la carrera electoral de las próximas autonómicas.