La castradura que dura

Luís Pousa Rodríguez
Luís Pousa CON LETRA DEL NUEVE

OPINIÓN

Claudia Daut | reuters

19 abr 2018 . Actualizado a las 07:27 h.

Hoy, por primera vez desde el 1 de enero de 1959, dejará de haber un Castro al mando de Cuba. Las dictaduras son difíciles de predecir. Sobre todo por lo que respecta a su duración. Quién podría pronosticar, el 1 de abril de 1939, que el tirano Francisco Franco moriría en su puesto el 20 de noviembre de 1975.

Cabrera Infante, que conoció las entrañas del monstruo castrista, también se equivocó al tratar de augurar qué sucedería con Fidel. Dudaba entre si tendría un final a lo Ceaucescu, a lo Hitler o a lo Mussolini:

-De lo que estoy seguro es de que Fidel Castro, al revés de Stalin o Mao, no morirá en la cama.

Murió en su cama, el 25 de noviembre del 2016. Se ve que noviembre es buen mes para la cosecha de dictadores. Pero hay que disculpar a Cabrera, porque ya en uno de sus demoledores textos contra el ogro totalitario, La Castroenteritis, admitía que no era pitoniso ni futurólogo: «Ni siquiera soy futurista y además soy miope».

En otra de sus diatribas contra el régimen que le obligó a exiliarse, primero en España y luego en Londres, La castradura que dura, quiso apoyarse en el cine -uno de sus grandes amores- para dar un atisbo de esperanza a los que todavía creían en el fin próximo de la tiranía caribeña. Era marzo de 1990. Recordaba la película Sed de mal y a Orson Welles en su papel del tramposo policía tejano Hank Quinlan. Ya al final de la cinta, Quinlan acude a ver a Tanya, la echadora de cartas a la que da vida Marlene Dietrich, y le pregunta por su futuro. Marlene ataja:

-No tienes ninguno, dear, lo has gastado todo ya.

Lo mismo pensaba Cabrera Infante del régimen cubano. Pero a partir de hoy se prolongarán la castradura y la castroenteritis aguda en manos del ingeniero Díaz-Canel. Poco o nada cambiará por ahora en Cuba, o lo hará tan despacio que apenas lo apreciaremos. Lo único es que se retira Raúl, el último Castro. El mismo que describía así Guillermo Cabrera Infante:

-El Raúl Castro que conocí en 1959 estaba recién casado con Vilma Espín, una graduada del Vassar College de una familia fabulosamente rica, emparentada con un Bacardí, que eran algo más que ron y cerveza. Vassar o no Vassar, no había un solo libro en su apartamento y la única proeza intelectual de Raúl Castro fue montar y desmontar una pistola Walther en tiempo récord y con los ojos cerrados.