Calladita estás más guapa

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

Villar Lopez | EFE

29 abr 2018 . Actualizado a las 09:35 h.

En Suecia deciden estos días si este año habrá Nobel de Literatura. La sociedad más feminista y civilizada del planeta tramita esta primavera un escándalo soez y clasicote: uno de los tipos más importantes del sofisticado ambiente cultural sueco ha sido acusado por decenas de mujeres a las que habría intimidado y vejado sexualmente durante años. Jean-Claude Arnault era un reputado dramaturgo casado con una de las encargadas de conceder el premio literario más célebre del planeta. En ese ambiente de sublimación intelectual, rodeado de mujeres listas y cultas, en uno de los mejores mundos posibles, Arnault actuó como un depredador sexual y traficó con los nombres de los premiados con el Nobel para acceder a la entrepierna de muchas mujeres que durante años no pudieron hacer otra cosa que callar, aunque fueran suecas.

El caso Arnault desvela el verdadero significado del silencio femenino. Una no-respuesta inoculada durante décadas de educación en la que las chicas debían callar, otorgar, disimular y ocultar. Hasta ayer, los malos tratos eran un asunto privado que se ventilaba en casa y los hombres, las únicas voces que estaba permitido escuchar. El mutismo femenino se impuso por la vía de la educación, la presión, la condena, el desdén o la burla en una corriente general de la que siguen siendo víctimas mujeres de medio mundo, incluidas por lo visto muchas suecas.

Un tribunal acaba de interpretar el silencio de una mujer violada. Y lo ha vuelto a hacer mal. Como si el silencio no pudiese ser un no. Ese no que tantas hemos mascullado mientras callábamos. Ese no que pronunciaba nuestro cerebro mientras te advertían que calladita estabas más guapa. Ese no que a veces se silencia como una estrategia para sobrevivir. Y que es no. No. NO.