Demasiadas dudas

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

ZIPI

26 may 2018 . Actualizado a las 09:58 h.

Lo que me sorprendió de la moción de censura de Pedro Sánchez fue la rapidez. Rapidez en pensarla y rapidez en registrarla. En caliente, para que no se enfríe. Como si fuese una carrera a ver quién llega primero, tomó la decisión el mismo día de la sentencia de la trama Gürtel. Y ayer por la mañana corrió a presentarla al Congreso, incluso antes de que la ejecutiva la debatiera. Entre la causa que motivó la decisión y la ejecución pasaron menos de 24 horas. Mucha celeridad parece para tan importante iniciativa, pero el señor Sánchez es un hombre expeditivo: si hay que echar a Rajoy, no perdamos ni un minuto, que no habrá otra oportunidad tan cantada.

¿Saben cuál es el problema de tanta celeridad? Que la moción de censura llevará el pecado original de la improvisación y de ese pecado poco bueno se puede esperar. No hubo, por ejemplo, negociación con Ciudadanos. Tampoco se informó a barones influyentes como Ximo Puig, presidente de la Comunidad Valenciana, y cito a Puig porque es quien lo contó. Se le cerró a Rajoy la posibilidad de convocar elecciones, porque una vez registrada la moción ya no se pueden disolver las Cortes. Produjo la impresión, probablemente falsa, de que se dejaba arrastrar por Podemos. Y le puso muy fácil al PP ese discurso que habla de las urgencias por asaltar el poder.

Pedro Sánchez, queriendo ahuyentar aquella imagen de Gobierno Frankenstein, se preocupó de adelantar que su Gobierno sería «un Gobierno del Partido Socialista Obrero Español». Es decir, un Gobierno con un grupo parlamentario de 84 escaños. ¿De verdad piensa que sería un Gobierno fuerte para las necesidades actuales de España? ¿De verdad cree que con 84 diputados se pueden afrontar las reformas sociales que pretende? Sería un gabinete dependiente de otros: de Podemos y demás fuerzas radicales. Sería, por tanto, un equipo cuyas medidas provocarían alarma económica, como se demostró ayer con el pánico de la Bolsa y el subidón de la prima de riesgo.

Y otra duda muy trascendente: ¿a cambio de qué le darán su apoyo los independentistas, si se lo dan? ¿A cambio de su compromiso de cumplir y hacer cumplir la Constitución? ¿Cuánto tiempo tardarían en chantajearle amenazándolo con dejarle caer si no cede a sus pretensiones? ¿De dónde sacaría fuerzas para resistir? ¿Del PP al que habría apartado del poder? Me parece que esta moción de censura está cogida con alfileres. En principio, no ofrece garantía de estabilidad. Al PSOE y sus aliados ocasionales solo les une el objetivo de echar a Rajoy y eso no es un programa de futuro. Ojalá Sánchez gane, al menos, presencia pública y prestigio personal, porque lo que es Gobierno fuerte y estable ni está ni se le puede esperar.