El agua y el aceite

Ramón Pernas
Ramón Pernas NORDÉS

OPINIÓN

28 may 2018 . Actualizado a las 08:25 h.

Imposible mezclarlos. Son incompatibles, tanto como la Liga del Norte y el movimiento grillista Cinco Estrellas, tanto como el norte y sur de Italia, territorios difícilmente conciliables y donde campan por sus respetos La liga del Norte, que está asentada en la Italia rica, y el partido de Beppe Grillo, con gran predicamento en el bullicioso y empobrecido sur. Nápoles, mi amado Nápoles, es la capital electoral del partido de Grillo, y la Padania enriquecida el ámbito en donde se mueve la Liga.

Los primeros son supremacistas, soberbios y xenófobos, con un edulcoramiento no suficiente para camuflarse; los grillistas tienen un ramalazo de antisistema, son escasamente europeístas y conciben la política como un espectáculo. El desaparecido Dario Fo, premio Nobel por sorpresa, fue un entusiasta divulgador del partido inspirado en un publicitario y un bufón.

Pues bien, el agua y el aceite se han unido y de ese parto nació un presidente de la República italiana consensuado y con, inicialmente, plenos poderes, que no es otro que el profesor universitario, de bajo perfil político Giuseppe Conte, acusado de hacer un Cifuentes en su currículum, o sea, de haberlo maquillado con cursos de postdoctorado apócrifos.

Una vez mas, mi adorada Italia va a tener un presidente que no ha sido elegido en lista alguna. El país transalpino vive un momento delicado con una deuda que supera un ciento treinta por ciento del PIB, una administración en exceso burocratizada y esclerotizada con una ineficiencia antológica, una crisis bancaria sin acabar de resolverse, medio millón de emigrantes ilegales y un fuerte sentimiento antieuropeísta, que sigue el modelo húngaro de Viktor Orbán, que pone en duda la viabilidad del modelo europeo.

Un reciente editorial del semanario de centro izquierda L’Expresso daba la voz de alerta frente a la tentación nacionalista que en el novecento «ha devastato il continente» y advirtiendo que la democracia puede morir de híper democracia. El analista advierte de los nuevos gobiernos técnicamente autoritarios y del soberanismo. Cuarenta años han sucedido desde el asesinato de Aldo Moro y en 1989 cayó el muro de Berlín cuando todos creíamos que la democracia había vencido en Europa y en el mundo.

Ahora gobierna la Lega de Salvini y el M-5S de Luigi di Maio con el ojo que todo lo ve de Berlusconi. Italia, por mucho seguimiento de la Unión Europea, comienza a ser un serio problema, difícilmente abordable.

La capacidad de reinventarse, de sobrevivir a los avatares de la historia, fascismo incluido, abre una puerta a la imaginación política de la tercera potencia de la unión Europea y yo estoy seguro de que serán capaces de mezclar el agua con el aceite. No se cómo pero lo harán. Ojalá.