¿De qué hablamos cuando hablamos de absentismo?

Gerardo L. Argüelles

OPINIÓN

Absentismo laboral ascendió al 4,8% en España en 2016
Absentismo laboral ascendió al 4,8% en España en 2016

02 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Cada poco surge alguna noticia que pone el acento en el absentismo laboral, supuestamente elevado e injustificado. Un tópico muy extendido, pero irrelevante, como demuestran las propias estadísticas oficiales, y que para CCOO no deja de ser anecdótico. Porque tampoco es absentismo todo lo que parece. O todo lo que nos hacen creer.

¿De qué hablamos realmente cuando hablamos de absentismo? ¿De personas que faltan al trabajo porque están enfermas? ¿De gente que no va al trabajo porque no le da la gana? Realmente, ¿qué es el absentismo?

Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua, en su primera acepción, se trataría de la «abstención deliberada de acudir al lugar donde se cumple una obligación». Según esta primera definición las ausencias por incapacidad temporal no deben tratarse como absentismo, pues nadie se pone enfermo o se provoca un accidente de forma deliberada. Tampoco las vacaciones, descansos o ausencias retribuidas, ya que no se trata de un ejercicio unilateral o deliberado de un derecho propio del contrato de trabajo y el ordenamiento laboral. Todas esas situaciones están reguladas, tasadas y generalmente consensuadas, a la vez que legisladas y negociadas en los diferentes convenios colectivos.

Una segunda acepción de absentismo se refiere al «abandono habitual del desempleo de funciones y deberes propios de un cargo». Aquí conviene remarcar que el abandono o ausencia habitual del trabajo se tipifica como falta y se penaliza de forma clara y gradual. Y lo más importante: no se retribuye.

El Ministerio de Trabajo y Seguridad Social elaboraba hasta hace pocos años una encuesta de coyuntura laboral que ofrecía información sobre las horas no trabajadas, cuyos datos serían perfectamente extrapolables a hoy, con ligeras variaciones. Pues bien, el grueso de esas horas correspondía a vacaciones, fiestas laborales, incapacidad temporal, maternidad, expedientes de regulación de empleo, conflictividad laboral... El absentismo no justificado venía también desglosado y suponía una media de 0,2 horas no trabajadas por trimestre, es decir ¡4 minutos al mes por trabajador!

Si se analizan otras fuentes estadísticas, como la Encuesta de Coste Laboral, que elabora el INE, podemos constatar que las horas remuneradas y no trabajadas al mes corresponden también a vacaciones y festivos, y en mucha menor medida a incapacidad temporal, maternidad y permisos remunerados. Apenas un 0,25% se refiere a otros motivos, entre los que se incluyen permisos no remunerados, cierre patronal… ¡y absentismo! Según esta fuente las horas remuneradas y no trabajadas por «otros motivos», entre los que figura el absentismo, representan apenas 15 minutos mensuales, algo menos de 1 minuto al día.

Es decir, la inmensa mayoría de las horas remuneradas y no trabajadas corresponde a motivos perfectamente razonables y regulados. Con lo cual, el peso del absentismo sobre el tiempo de trabajo que reflejan las estadísticas oficiales es, efectivamente, anecdótico.

Y si son «graves» (como algunas voces interesadas se apresuran de vez en cuando a «denunciar» ) esos 15 minutos al mes no trabajados por diversos motivos, uno de ellos el absentismo, será al menos el triple de grave los 45 minutos mensuales de horas extras trabajadas y no pagadas a los trabajadores y trabajadoras por las empresas que les tienen contratados, como ha denunciado recientemente el secretario de Salud Laboral de la CS de CCOO, Pedro J. Linares, después de constatarlo en los datos de la EPA del mismo periodo de tiempo al analizado para el absentismo.

Con todo, lo más indignante, y que desde CCOO no podemos permitir, es que ausencias por incapacidad temporal sean tratadas como absentismo. ¿Acaso enfermamos o nos accidentamos a propósito? Muy al contrario, podemos hablar de presentismo a causa de la situación actual del mundo laboral, marcado por la precariedad y la temporalidad, ya que hay muchas más personas que acuden al trabajo con alguna dolencia, o antes de finalizar un proceso de curación, que gente sana tratando de obtener una baja para ir a darse un paseo por el parque. Pensar esto último sería además poner en tela de juicio la profesionalidad y ética de nuestros facultativos médicos.