Los nacionalistas ganan la censura

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

Javier Lizón

01 jun 2018 . Actualizado a las 08:13 h.

Quiso ayer la casualidad que la noticia sobre el apoyo del PNV a la moción de censura socialista llegara justo en el momento en que el portavoz del PDECat ocupaba la tribuna de oradores del Congreso. ¿Haciendo qué? Pues reivindicar, como un derecho, el levantamiento secesionista contra el Estado democrático, exigir la libertad de lo que los rebeldes llaman presos políticos y defender la plena legitimidad y legalidad de la actuación de lo que denominan exiliados. No solo eso: el portavoz ilustró a la cámara sobre las supuestas insuficiencias de nuestro Estado de derecho, de cuya defensa los rebeldes catalanes serían los más destacados paladines, y se extendió en explicar como es la pervivencia de la cultura franquista la que explica la respuesta constitucional de las instituciones al golpe de Estado independentista. En su réplica no puso en duda Sánchez ninguna de las majaderías anteriores. Es más, el líder del PSOE, ya sabedor de que hoy sería elegido presidente con el indispensable apoyo del golpismo secesionista, echó la culpa de la crisis catalana a la sentencia del TCE sobre el Estatuto, manifestó que su partido era el único que había buscado una solución al problema territorial e hizo esa apelación flácida al diálogo que, según Sánchez, hará renunciar a los rebeldes a su plan de romper España y proclamar una república.

Tan breve debate, precedido por la intervención de la portavoz de Bildu (antes Batasuna), y seguida por la de los del PNV y ERC, todos a favor de la censura y, por tanto, del candidato socialista, explica a la perfección lo que ¡de verdad! sucedió ayer en el Congreso: que los nacionalistas, que han condicionado la política española desde 1977, se van a adueñar de ella como nunca en el pasado.

Quien hoy dejará la presidencia se llama Rajoy, y es del PP, y quien la ocupará se llama Sánchez, y es del PSOE. Constituiría, sin embargo, un gran error, pensar que el PP va a ser sustituido por el PSOE en el Gobierno nacional. No es así: a la mayoría minoritaria del PP la sucederá una mayoría delirante, controlada por los secesionistas catalanes y los nacionalistas vascos, que será incapaz de gobernar y desfigurará hasta la caricatura la imagen del PSOE.

Sánchez ha caído en la trampa que le ha tendido su ambición fuera de control y pagará por ello un precio altísimo: convertirse en el presidente no solo más débil de la democracia sino en el único que estará literalmente sitiado durante todo su mandato, dure lo que dure, por los enemigos declarados de nuestro Estado constitucional. Un solo dato ilustra tal delirio: todos los diputados que lo han hecho presidente, salvo los del PSOE, defienden el derecho de autodeterminación.

Sánchez obtuvo ayer una victoria pírrica y quizá dentro de no mucho pueda decir lo que, tras un triunfo similar, afirmó Pirro, rey de Epiro: «Otra victoria como esta y habré de regresar a casa solo.