Las minorías absolutas

Uxio Labarta
Uxío Labarta CODEX FLORIAE

OPINIÓN

07 jun 2018 . Actualizado a las 08:07 h.

Reivindica Mariano Rajoy en su despedida aquella hipotética oferta de gran coalición al PSOE luego de las generales del 2015. Se olvida sin embargo de la altanería de su mayoría absoluta desde el 2011 hasta el 2015 cambiando a su uso y abuso la gestión de RTVE, o las mil artimañas en torno al poder judicial, la fiscalía y los jueces, la amnistía fiscal, la ley mordaza, la reforma laboral y de las pensiones, y la inacción ante la deriva radical del independentismo hasta el referendo que nunca se celebraría, y por último la negación de las responsabilidades ahora juzgadas en la corrupción.

Todo ello deriva de una concepción patrimonial del poder y de considerar que este les corresponde siempre y en todo lugar. Fraga, el fundador, siempre fue un claro defensor de un sistema electoral mayoritario -la lista más votada-, y no proporcional, y sobre tal concepción construyeron un argumentario simplista de ser los únicos con derecho a gobernar, y por tanto que cualquier otro gobierno era una coalición de perdedores que usurpaban el poder.

Aznar primero y sobre todo, pero luego el Partido Popular entero, ejercieron la crispación y el autoritarismo cuando tuvieron oportunidad. Y la tuvieron entre 1993 y 1996, pero sobre todo después de su derrota del 2004. De ahí la crispación y las noticias falsas con el atentado del 11-M, las manifestaciones con obispos y cardenales contra el aborto o el matrimonio homosexual, la recogida de firmas contra Cataluña y el recurso en el Constitucional, con maniobras anejas, del Estatuto Catalán. Por no hablar del uso y abuso frente al Gobierno del terrorismo de ETA en sus postrimerías, y terminar en la gran crisis con aquella frase de Montoro: «Que se hunda España que ya la salvaremos nosotros».

Frente a ellos, las mayorías minoritarias o las minorías absolutas tuvieron un déficit de discursos y eficacia. Pero desde el 15-M España y los españoles han cambiado. Por eso luego de ensayos, tanteos y derrotas ha sido posible que lo imprevisto sucediera y Mariano Rajoy y su Gobierno popular fueran derrotados en una constitucional moción de censura. Obviamente Rajoy y los suyos consideran esta derrota una nueva usurpación del legítimo poder que ostentaban, por más que para ello forzaran nuevas elecciones, pactaran con su competidor Ciudadanos y obligaran al PSOE a desangrarse en una nueva guerra interna para lograr su abstención por el bien de España, que solo se alcanzaría con un nuevo Gobierno del PP.

Mariano Rajoy perdió el Gobierno y anuncia la digna marcha de los perdedores, incluso sin señalar con su dedo al sucesor, algo inédito en la derecha española. Mariano Rajoy y su partido harían bien no solo en mantenerse alejados de Aznar y su siempre altruista ofrecimiento para salvar a la derecha y a España, sino en reconocer que los intereses de España pasan por ejercer una leal oposición, sin falsas verdades ni filibusterismo parlamentario, y en rehacer un partido lastrado por parte de su propia historia.