¡Por Dios, que son seres humanos!

OPINIÓN

Kenny Karpov | Efe

12 jun 2018 . Actualizado a las 07:29 h.

No han tardado en materializarse las promesas electorales en materia de inmigración del nuevo Gobierno italiano: deniegan el atraque al Aquarius, fletado por SOS Mediterranée y Médicos Sin Fronteras, que, como sabemos, transporta 629 inmigrantes recogidos de diversas pateras, entre los que hay 123 menores no acompañados y siete embarazadas.

Son personas que vienen huyendo de la violencia, el hambre y la miseria, no se juegan la vida por gusto. ¡Qué fácil es cebarse con los pobres!

Lo que produce rechazo no es que vengan de fuera, que sean de otra raza y cultura, que profesen una religión diferente a la nuestra. Estos extranjeros no molestan por serlo, molestan sencillamente porque son pobres, porque vienen a complicarnos la vida, vienen a poner a prueba nuestras convicciones democráticas, éticas y religiosas.

El fantasma de la xenofobia, el racismo y el populismo nacionalista vuelve a recorrer Europa. No hemos aprendido nada de las tragedias del siglo XX.

Esta falta de humanidad no sonroja: produce asco, vómito.

El antídoto frente a esta lacra no es otro que el cultivo de la compasión. Me produce muchísima satisfacción que el Gobierno español no se haya quedado cruzado de brazos, más allá de cruces, biblias y juramentos que tantas veces no son más que palabrería. El siguiente paso tiene que ser humanizar los centros de internamiento de extranjeros e incrementar la ayuda al desarrollo hasta ese mínimo del 0,7%.