Tiempo de silencio

Uxio Labarta
Uxío Labarta CÓDEX FLORIAE

OPINIÓN

16 jun 2018 . Actualizado a las 09:14 h.

«Llevamos dos o tres décadas con un diagnóstico certero, sabemos cuál es la solución y hemos comprobado una y otra vez que dicha solución no solo crea calidad científica sino que es económicamente rentable. No hay excusas para aplazar un día más la profunda renovación del sistema público de I+D que requiere nuestro país». Iñaki Gabilondo, en su programa de televisión Cuando ya no esté, donde la reflexión científica y el futuro se encuentran, entrevistaba a Carlos M. Duarte, uno de los buenos líderes científicos de este país, impulsor y director de iniciativas singulares como la Expedición Malaspina, y de análisis y propuestas sobre la investigación marina. Carlos Duarte fue alumno de la Universidad Laboral de A Coruña, y contribuyó a elaborar las bases de aquella no nacida Cidade do Mar. Hoy es Catedrático de Ciencias Marinas en la King Abdullah University, Arabia Saudí.

El fragmento que encabeza esta colaboración corresponde al artículo «Por qué nos fuimos, por qué volveríamos», que Carlos Duarte firmaba junto con Jordi Bascompte y Óscar Marín el 4 de marzo de 2015. Tres profesores de investigación del CSIC, líderes en sus campos -ciencias marinas, ecología, neurobiología- que ante el deterioro de la ciencia en España y en el CSIC, trasladaron sus líneas de investigación a otros centros internacionales. Sin mayor llanto y abundante ninguneo por parte de la institución que abandonaban. La lectura demorada de aquel manifiesto recobra vigencia por sus análisis, verdades y reflexiones con la recreación del ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades en el Gobierno de Pedro Sánchez. Y ello porque contiene un acertado diagnóstico de los que han venido siendo los problemas que asolaron a la ciencia en España, que si ya desde 2009 sufrieron recortes profundos, desde el 2012 todo fue a peor. Y no solo porque los recortes persistieran, sino porque el sistema de gestión de la investigación la encalló. Por más que la situación global tenga sus excepciones: no solo en los modelos ICREA e Ikerbasque de contratación de científicos, sino también en algunos centros de investigación que han adoptado, en esta misma España, procedimientos de gestión modernos y eficaces. Modelos de gestión que a pesar de las intenciones de la ley de la ciencia, aprobada en 2011, con su paralización y otras medidas añadidas por los gobiernos populares, hicieron imposible -si tal fuere la intención de la ley- que se implementaran en el CSIC y en los otros organismos de investigación. La situación de la ciencia en España está tan deteriorada que es necesario asumir que no se resuelve con poner parches en un sistema que falla, sino que es imprescindible reinstaurar el sistema de ciencia e innovación, tarea ardua para un ministerio de nueva creación y horizonte acotado, pero imprescindible para nuestro futuro. Cuando ya no esté.