El rey es inviolable y alguna vez fue sagrado

OPINIÓN

20 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Se han fijado en la inmediatez con la que dirigentes del partido más corrupto de Europa, democráticamente condenado por la justicia y derrocado por el Parlamento de la nación, se ha volcado a defender la monarquía a raíz de la sentencia dictada por el Tribunal Supremo que condena a casi seis años de prisión al yerno del rey emérito y cuñado de Felipe VI?

El juez José Castro, una de las personas que mejor y más íntegramente pueden representar lo que el poder judicial debería ser en España, aseguró ayer que Juan Carlos I debería haber declarado ante el tribunal en calidad de imputado por la donación de un millón y medio de euros que hizo a su hija para la adquisición del palacete de Pedralbes. Castro dijo esto en La Sexta, comentando las declaraciones del exfiscal Pedro Horrach en el sentido de que el rey emérito tendría que hacer declarado como testigo si su figura «no fuera inviolable».

Quien fuera fiscal del Caso Nóos, el señor Horrach, comentó el pasado lunes en Al rojo vivo que la inviolabilidad de la que disfruta el rey, por ser él quien es, según el artículo 56 de la Constitución vigente, debería estar sujeta a determinados límites tras la implicación de la Corona en el mencionado caso de corrupción, en el que Juan Carlos I no pudo declarar por lo establecido en el tercer punto de dicho artículo: La persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad.

Es de recordar lo que dijo Juan Carlos I en uno de sus últimos discursos de Navidad (2013) antes de la abdicación, al aludir al artículo 14 de la Carta Magna («la justicia es igual para todos»), a sabiendas de que la Constitución se contradice al considerar lo que se consigna en el tercer punto del artículo 56.

Remontándonos muy al ayer, ya encontramos la inviolabilidad del soberano en la Constitución de 1812, en la que se calificaba al rey Fernando VII de Magestad Católica y su persona era considerada no solo inviolable sino sagrada, y no sujeta tampoco a responsabilidad. Como entonces, el Jefe del Estado reinante no está sometido a la actuación del Poder Judicial y no puede ser demandado ante los Tribunales, haga lo que haga.

Lo llaman democracia y no lo es. La justicia no es igual para todos. Y no nos quejemos, que al menos tenemos un rey que ya no es sagrado. ¿O lo sigue siendo?