Inestabilidad en la derecha

Uxio Labarta
Uxío Labarta CODEX FLORIAE

OPINIÓN

21 jun 2018 . Actualizado a las 08:48 h.

Con la retirada de Mariano Rajoy comienza una renovación en la derecha española. Lo que Manuel Fraga impulsó en busca de lo que entendía como la «mayoría natural» hace años que inició su partición. Por eso puede tener razón Jaime Miquel cuando en su análisis pronostica que el Partido Popular se queda con sus electores más mayores, y los demás se repartirán entre Ciudadanos y Vox. 

Después de la mayoría absoluta del 2011 la mayoría natural que parecía tan sólida dejó fructificar a Ciudadanos y a un incipiente Vox. Las alegrías populares tan asentadas en la crisis socialista y la fulgurante aparición de Podemos, alimentadas por la confrontación catalana, se ensombrecieron, y ni la predicada recuperación económica -sostenida en la desigualdad y precariedad laboral-, ni la gestión frente al secesionismo, permitieron mantenerlas ante la enxurrada de casos de corrupción que los asaltaron.

Desconozco si con la llegada al Gobierno, tan en minoría, los socialistas están al final de la etapa iniciada en los años noventa con la formalización de guerristas y renovadores y sus profundas divisiones, que alcanzaron su cénit en el octubre de la dimisión forzada de Pedro Sánchez que permitió la investidura de Rajoy.

Pero no tengo duda de que el camino iniciado por los populares después de la pérdida del poder tiene algunos paralelismos con lo sucedido hace años en el Partido Socialista y sus primeras primarias. Pues si bien el PP criticó las primarias de los demás ahora está en ello, obligado por los tiempos de la nueva política, aun disfrazando su nombre. 

La renuncia de Feijoo a postularse en esas primarias, sean sus razones las por él explicitadas u otras que guardó en su emocionada renuncia, y el descarte de Ana Pastor por no precarizar a su partido sin la presidencia del Congreso o por no verse en ese liderazgo, propició la aparición descarnada de las dos principales dirigentes en liza, Cospedal y Sáenz de Santamaría, que sitúan a los militantes en la necesidad de elegir entre dos bandos enfrentados. Bandos que solo se han soportado en las mieles del poder. Algunos les asignan distintas sensibilidades en sus signos externos, más conservadora la primera y dicen que más liberal la segunda, pero en ningún caso es posible encontrar en ellas un atisbo de renovación, pues tanto en la oposición como en el Gobierno formaron parte del proyecto y la estrategia de Rajoy, sin que aún hoy se conozcan posicionamientos políticos dispares, más allá de la competencia por sus cuotas de poder que el propio Rajoy administraba.

La presencia de otros candidatos, como Pablo Casado o Margallo, no dejará de ser testimonial a menos que el enfrentamiento entre las dos candidatas les abra hueco si Casado se ve libre de sus másteres y convalidaciones, o servirá para decantar la balanza por una de las dos en la segunda vuelta. En cualquier caso, quien gane, por el poder que le otorguen los militantes populares, debe de administrar una herencia difícil y diseñar el futuro en un escenario con la derecha repartida, lejos de aquella mayoría natural.