Pablo Iglesias en la cárcel

Xose Carlos Caneiro
Xosé Carlos Caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

27 jun 2018 . Actualizado a las 08:12 h.

El asunto es Cataluña. Y Pablo Iglesias lo sabe. Solo ahí podrá defenderse de los votos que le está arrebatando el PSOE. Con ingenuidad apoyó su moción de censura y ahora ya no sabe qué hacer para no perder protagonismo. Podemos se desangra como el lenguaje en boca de José Antonio Camacho, comentarista de los partidos de la selección: cada vez que habla tiembla el Diccionario, la RAE y el sistema educativo. Pero prefiero el sudor sobaquero de Camacho que el que asoma en los mítines de Iglesias. Ayer visitó a Cuixart y Sánchez en prisión. Cuixart era el que gritaba megáfono en mano sobre el capó hecho añicos de una furgoneta de la Benemérita.

El presidente socialista ha hilado su futuro en endulzar el golpe de Estado catalán («estado de excepción», le llama Iglesias). Si lo consigue, ganará las próximas elecciones. Lo demás es política de escaparate. Iglesias pretende instalarse en una opción diferente, apostándolo todo a que el «bloque monárquico» (dice Iglesias también) no cederá ante el chantaje independentista y él, que fue el primer líder nacional que visitó a los golpistas en la cárcel, recogerá los votos más zurdos del PSOE. Se equivoca. Pero precisa oxígeno y titulares. Ayer consiguió uno. Le faltó tiempo para proclamar que «no es sensato que en España haya presos políticos». ¿Ese que vociferaba con un megáfono sobre un coche destrozado de la Guardia Civil, arengando a la rebelión, es un preso político? No cabe mayor insulto para aquellos que en verdad lo fueron.