La transparencia de los paraísos fiscales

OPINIÓN

27 jun 2018 . Actualizado a las 08:10 h.

Los últimos informes económicos revelan dos datos espectaculares. El primero, las multinacionales han invertido 12 billones de dólares en sociedades fantasmas vacías en todo el mundo; y, el segundo, los ciudadanos de algunos países tienen gran parte de su patrimonio personal (alrededor de 7 billones de dólares) en paraísos fiscales. Esta trama sirve para evitar pagar lo que les corresponde; con lo que se puede afirmar que el mundo de las finanzas extraterritoriales es muy poco transparente.

Dado el secreto que caracteriza a ciertos bancos, sociedades e instituciones es difícil precisar cuánto dinero se canaliza a través de paraísos fiscales. A pesar de las nuevas disposiciones sobre el cumplimiento de ciertas normativas (obligatoriedad de presentar informaciones complementarias, información continua a las autoridades fiscales, o compartir datos tributarios entre países), lo cierto es que no resulta ni fácil, ni completa la información disponible.

Los trabajos de Damgaard y Elkjaer, del FMI, advierten de que las inversiones en sociedades ficticias se efectúan, casi siempre, en conocidos paraísos fiscales. Las principales economías que albergan el 85% de la inversión de este tipo son: Países Bajos, Luxemburgo, Hong Kong, Islas Vírgenes, Bermudas, Islas Caimán, Irlanda y Singapur. Son empresas con pocos o ningún empleado; poca o ninguna producción en el país receptor; poca o ninguna presencia física; y su actividad principal es el financiamiento del grupo o actividades de holding. La relevancia de estas sociedades es cada vez mayor. El objetivo de tales entidades en paraísos fiscales no implica necesariamente elusión fiscal, sino más bien, más oportunidades de elusión como de evasión fiscal. Este tipo de ingeniería tributaria financiera es un fenómeno mundial que afecta, prioritariamente, a las economías avanzadas y a la de los mercados emergentes. Los porcentajes estimados se sitúan entre el 50-90 % de la inversión extranjera para las economías de mercados emergentes (India, China o Brasil) y entre el 50-60 % en las economías avanzadas (el Reino Unido, Estados Unidos, Bélgica o Canadá).

Al mismo tiempo, los particulares también utilizan paraísos fiscales. Lo pueden hacer para eludir controles de capital o para lavar ingresos provenientes de la corrupción, afirma el trabajo dirigido por Alstadsaeter. En torno a 7 billones de dólares, prácticamente el 10 % del PIB mundial, es la suma que se estima, advirtiendo un desplazamiento de las cuentas suizas hacia los paraísos fiscales de Hong Kong, Macao y Singapur; o sea, una elevada proporción de las grandes fortunas se localiza en países asiáticos que realizan actividades bancarias en paraísos fiscales próximos.

El reto está planteado y es conocido. La nueva problemática extraterritorial evidencia que es preciso plantear y desarrollar una mayor interconexión mundial para contrarrestar el velo del secreto financiero y del desafío fiscal.