El PP vota contra su pasado

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

Zipi | efe

06 jul 2018 . Actualizado a las 08:15 h.

La renuncia del presidente de la Xunta a competir por el liderazgo del PP, que lleva aparejada la candidatura a la presidencia del Gobierno, alteró todos los planes del que es aun el primer partido del país, a 53 diputados del segundo. Y es que entre la militancia popular se había instalado la convicción de que Feijoo sería no solo el mejor cartel posible para unas elecciones muy difíciles, que el PP afrontará desde la oposición y no desde el Gobierno, sino también un aspirante sin competidor posible a la presidencia del partido.

El autodescarte de Feijoo, contra pronóstico, produjo en el PP una situación similar a esa que tan bien describe el cine cómico cuando varias personas quieren entrar al mismo tiempo en una habitación: un atasco que da lugar a que todas acaben rodando por el suelo.

Tal imagen es la que ha dado la dirigencia del PP en las últimas semanas: la de un partido que tras haber sufrido un formidable revolcón, ha reaccionado tarde, mal y arrastro ante la marcha de su líder. Para superarla, se organizó el bisoño proceso de primarias celebrado ayer con la participación de una pequeña parte de la teórica militancia popular. La elección puso fin a una campaña en la que brillaron por su ausencia los proyectos para el partido y el país de los tres competidores que realmente estaban en la liza: Casado, Sáenz de Santamaría y Cospedal.

Confirmando lo que no pocos pronósticos venían apuntando, Cospedal se queda fuera de la carrera y la ex vicepresidenta del Gobierno, seguida por Casado, pasarán a la final, que será decidida dentro de dos semanas por los congresistas del PP. ¿Formarán Santamaría y Casado un ticket conjunto, como hacen en Estados Unidos los aspirantes a presidente y a vicepresidente? No lo sé, pero no tengo dudas de que eso sería lo mejor para el PP pues, entre otras muchas cosas, evitaría el conflicto de legitimidades que se produciría si quien ayer ganó con el voto de los militantes perdiese luego la presidencia del partido en el congreso.

La apuesta por Sáenz de Santamaría, por más que muy ajustada, es explicable: frente a Cospedal, su mucha menor implicación en la vida interna del PP le permitirá zafarse mejor del calvario judicial que a los populares les queda todavía por delante; frente a Casado, que carece de experiencia de gestión, Sáenz de Santamaría, con sus aciertos y sus errores, ha sido vicepresidenta del Gobierno en un período de dura crisis económica y desafíos políticos gravísimos.

Sea como fuere, y aun en el mejor de los casos -que el PP salga unido detrás de un nuevo equipo-, los populares tienen otro gran desafío en el horizonte: definir su identidad en la era post Rajoy, es decir, una posición política e ideológica que les permita competir con Ciudadanos y atraerse a los sectores que puedan ir apartándose del PSOE tras el acercamiento de Sánchez a Podemos y tras sus componendas con el secesionismo.