Podría ser el nombre comercial de un detergente eficaz contra las manchas, quizá el de un producto para impedir la caída capilar o incluso el de una bebida estimulante, pero, por desgracia, es una serie de los agentes nerviosos más mortíferos que, hasta la fecha, ha inventado el hombre y eso que ya llevamos unos cuantos. Novichok -‘el recién llegado’ en ruso- fue creado por la Unión Soviética, dentro del programa Foliant, entre las décadas de los setenta y ochenta, cuando la guerra fría ya estaba empezando a templarse un poco. Es más potente y mortífero que el VX y, al igual que aquel, inhibe el funcionamiento del sistema nervioso provocando una muerte dolorosa por parálisis respiratoria y colapso circulatorio. Difícil de detectar, puede ser transportado en forma líquida, sólida, muy pulverizado o dividido en dos agentes químicos separados para que sea menos peligroso. Y es que, como sucede también con algunos explosivos, sus componentes por separado no están considerados sustancias prohibidas.
Según los servicios de inteligencia británicos, una de las variantes que tiene el Novichok fue el que mantuvo entre la vida y la muerte al ex espía soviético Skripal y su hija en marzo de este año, provocando una de las crisis diplomáticas más graves entre Gran Bretaña y Rusia de los últimos años. Y es, aparentemente, también el culpable de la intoxicación de una pareja que fue hallada con graves síntomas el 30 de junio en el domicilio del hombre en Amesbury. La mujer de 44 años no logró superar el envenenamiento, mientras su compañero sigue debatiéndose entre la vida y la muerte.
La policía británica ha abierto varias líneas de investigación mientras intenta descubrir si hay alguna conexión entre el caso Skripal y el segundo, así como cuál es la motivación en ambos. Sea un acto de terrorismo, una venganza rusa, un vestigio de la guerra fría o simple casualidad, lo cierto es que la realidad siempre supera a la ficción.