El centro y el PP: ¿en qué quedamos?

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

Juan Carlos Hidalgo | efe

27 jul 2018 . Actualizado a las 07:33 h.

La generalizada afirmación de que la victoria de Pablo Casado ha supuesto un giro del PP hacia la derecha, basada en algunas de sus afirmaciones en relación con ciertos asuntos de política social (el aborto y la eutanasia, sobre todo), ha dado lugar a un fenómeno realmente llamativo: que los mismos que hace nada sostenían que el PP de Rajoy se ubicaba en la derecha, cuando no en la derecha extrema, proclaman ahora, con descarado desparpajo, que el político gallego había conducido a los populares hasta el centro. 

Y si hay algo que la lógica rechaza de forma rigurosa es que dos afirmaciones contradictorias puedan ser verdad al mismo tiempo: o el PP había girado al centro con Rajoy o estaba en la derecha (o en la derecha extrema). No afirmo yo ahora ni una cosa ni la otra (aunque tengo al respecto, claro, una opinión) sino que me limito a señalar que, o es cierta la primera y falsa la segunda, o al contrario. La pregunta, pues, parece de cajón: ¿por qué los críticos de Casado -que tienen, obviamente, pleno derecho a serlo- han incurrido en tan burda contradicción? El asunto no merece muchas vueltas: porque dar verosimilitud a la acusación de que el nuevo líder popular ha girado a la derecha exige subrayar, al mismo tiempo, que el PP se había abierto al centro previamente. La torpeza de esa operación de descalificación queda patente al constatar que quienes ahora, sin ponerse colorados, hablan del viaje al centro del marianismo situaban a Rajoy hasta hace nada en la derecha pura y dura.

La pintoresca operación de apoyo a Soraya Sáenz de Santamaría por parte de Zapatero, Sánchez y sus terminales mediáticos, tenía la misma finalidad y sinceridad: se la situaba en la moderación para hacer de Casado, por contraste, un radical. Aunque, claro, si la ganadora hubiera sido la ex vicepresidenta, los mismos que alababan su moderación la hubieran puesto a caldo como una ultraliberal que se lanzó en tromba contra el Estado social con su política de ajustes y recortes.

Conclusión: que cada partido y cada líder dice lo que le conviene al servicio del lógico objetivo democrático que comparten todos ellos, que es ganar votos. También Casado.

Es posible -yo no lo sé- que sea un derechista, pero lo es también que haya acentuado ese perfil con la finalidad de ganar el apoyo interno de Cospedal a su candidatura. Y es posible, igualmente que, ya victorioso, el propio Casado busque el centro moderado donde pueda competir mejor con su principal adversario: Ciudadanos. Si no lo hace se equivocará de forma garrafal. Si lo hace, lo pondrán también a caldo, por cambiar de posición, Sánchez, Iglesias y Rivera que, como sabe todo el mundo, son la encarnación misma de la coherencia. No hay más que fijarse en el discurso territorial de Sánchez, en la política de alianzas de Rivera y en la propuestas económicas de Iglesias. Lo dicho: pura seriedad y coherencia.