Murieron abrazados

César Casal González
césar casal CORAZONADAS

OPINIÓN

SIMELA PANTZARTZI | Efe

29 jul 2018 . Actualizado a las 09:46 h.

Eso es. No somos ceniza, de momento. Por qué nos abrazamos antes de morir. Por qué como decía Ernesto Sábato, que era uno de los hombres más tristes, por qué el ser humano es el único animal que canta en la miseria. Al mal tiempo, buena cara. Que silba mientras recoge desperdicios en un basurero para llevarse algo a la boca. Por qué. Por qué siempre es mejor quererse que odiarse. No hay mayor confort que el del cariño. Grecia. Portugal. Rusia. Galicia. Países con récord de incendios. La misma boca de fuego de hacer las cosas mal. Recortamos. Y no recortamos trozos de tela. Recortamos vidas. Atenas. Afueras de Atenas. Una ciudad desaparecida bajo las llamas. Una ciudad. Un horno de fuego. A la temperatura que se tenía que hacer el pan se cocieron personas. Es muy grave. Las personas que tenían un mañana, y que hubiesen comido y disfrutado del pan, ya no están. No estarán nunca. Solo mientras permanezcan en el recuerdo de sus amados y queridos. Somos la memoria que dura de los que no se olvidan de nosotros. No tenemos a José Saramago. No tenemos a Eduardo Galeano. Los dos autores escribían en mayúsculas obviedades. Pero lo obvio es a veces lo más necesario, en esta sociedad del ruido y la prisa, de la catarata de información instantánea que nos desborda y nos confunde. El mérito terrible de Saramago y Galeano era subrayar lo justo, señalar el daño de las políticas erradas. Escribir en alto que las personas son lo primero. 

¿Dónde estaba el plan de evacuación? El mayor bien, el bien común. Que todavía haya que pintar en fluorescente lo que es evidente. Necesitamos videntes así. El fuego mata, porque conquistamos la naturaleza como si fuera una mascota. No respetamos nada. Urbanismo salvaje.

El dinero es lo único y así nos va. La naturaleza es nuestra madre. No es una mascota más a la que amaestrar. No es una pantalla de videojuego. No. En Galicia hemos sufrido mucho con las llamas. El dolor de los incendios. Bombas caloríficas. El luto negro. Esta semana es Atenas. Ayer fue Cotobade, Vigo o Portugal. Estamos con ellos, que es una manera de estar con nosotros. Murieron abrazados ante el calor y una lluvia de ceniza que les anunció el final. Nos queda poner medios. Tomar medidas que no sean más de féretros para cadáveres. Nos queda cuidarnos. Amarnos. Y cantar y silbar todos los días y todas las noches, aunque llegue la catástrofe. Somos humanos. Estamos con Grecia. Venimos de Grecia. Ellos nos enseñaron a pensar. Y de su mano pensamos que no queremos más muertos por incendios que podían evitarse.