El sentir de los padres de prematuros

José Luis Fernández Trisac LÍNEA ABIERTA

OPINIÓN

M. MARRAS

09 oct 2018 . Actualizado a las 08:51 h.

He leído con detenimiento el comunicado de Pablo Iglesias e Irene Montero resumiendo su vivencia de ser padres de unos niños nacidos de forma extremadamente prematura. El relato de Pablo lo podrían suscribir cientos de padres y madres de niños prematuros, que luchan por salir adelante en las unidades de neonatología de nuestro país. Decenas de parejas están pasando por lo mismo en estos momentos, y es muy probable que mientras escribo estas líneas, en algún lugar de nuestro país esté naciendo un bebé de forma prematura.

Frase a frase, Pablo e Irene describen de forma certera lo que es enfrentarse a la prematuridad. Ponen en primer lugar a sus hijos, Leo y Manuel, esos niños nacidos con mucha antelación y que en nuestro entorno la mayoría pueden sobrevivir sin secuelas o con problemas menores.

Y describen desde la emoción, lo que se vive a diario en nuestras unidades. El cuidado del ambiente, los ruidos, la luz, el contacto piel con piel, la participación de la familia.

En muchas unidades contamos en los últimos años también con la posibilidad de utilizar leche materna de banco, procedente de donaciones de otras madres lactantes que sin duda ayudan al mejor desarrollo de estos niños y niñas.

No se olvidan del papel predominante de la enfermería. Dicen, con acierto, que gracias a la solidaridad y a nuestro sistema sanitario, sus hijos tienen «muchos hermanos de leche» y confiesan la relación íntima que han establecido con otras parejas que están pasando por similares circunstancias.

A lo largo de los años he visto a muchas parejas de distintos estratos socioculturales, distintas creencias religiosas y distintas ideologías políticas que han fraguado una sincera y duradera amistad en torno a un nexo común como es el haber tenido a sus hijos prematuros coexistiendo con otras familias. Durante estos dos meses habrá habido momentos mejores y peores.

Han tenido que superar dificultades y seguro que sus padres han estado pendientes de su evolución, si surge alguna complicación, cómo madura su cerebro, sus pulmones, la retina... Habrán tenido momentos emocionantes, al llegar a su primer kilogramo de peso o al cumplir su primer mes de vida.

Unos padres como todos los padres que atendemos. Pasan meses en nuestras unidades, nos conocen por nuestros nombres, conocen a las decenas de enfermeras y auxiliares que cuidan de sus hijos. En los momentos bajos, que los hay, buscan el consuelo profesional y el de otros padres, y también ellos consolarán a otros.

A lo largo de los años, ha habido muchos niños prematuros. Entre ellos, dos hijos del matrimonio Kennedy. John y Jacqueline tuvieron esa experiencia con Arabella (nació muerta y extremadamente prematura) y Patrick Bouvier Kennedy que ocupó portadas de los periódicos de todo el mundo y falleció en uno de los mejores hospitales, el Boston Children’s, tras dos días intentando su supervivencia.

Este fallecimiento (en agosto de 1963, solo unos meses antes del atentado que acabó con la vida de su padre) avivó el interés por la investigación neonatal y en particular la prematuridad.

Gracias a que el caso de los hijos prematuros de un político americano aparecían en escena se tomó conciencia de un problema que podía afectar a cualquier persona, y el nacimiento de Patrick y su visibilidad mundial han contribuido de forma notable al desarrollo de la neonatología.

Gracias a Pablo e Irene por sentiros afortunados de vivir en nuestro país, donde todos los niños y niñas prematuras tienen la oportunidad de superar su nacimiento inmaduro.

Ese brillo especial en los ojos de Pablo durante su entrevista en un informativo lo veo también en los padres y madres de nuestras unidades neonatales.

En ellas tienen su bien más preciado, esos pequeños héroes que, como Leo, Manuel, Valeria, Peter, Clara, Laura, Amalia, Mauro… luchan por sobrevivir. ¡Vamos!