La paja y la viga

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño A CONTRACORRIENTE

OPINIÓN

11 sep 2018 . Actualizado a las 08:13 h.

La jornada de ayer fue pródiga en acontecimientos que explican por qué el prestigio de nuestra clase política está bajo mínimos. El insulto a la inteligencia ciudadana es constante desde todos los frentes, sin que quepa aquí establecer distinción entre la vieja y la nueva política. «¡No todos somos iguales!», clamaba ayer la ministra de Sanidad, Carmen Montón, para, a continuación dar un recital de lo contrario. Pillada como una más de las que recibieron uno de esos máster fake que el profesor Álvarez Conde regalaba en la Universidad Rey Juan Carlos, Montón desplegó el mismo catálogo de patrañas y argumentos inverosímiles para justificar lo injustificable y aplazar lo inevitable. Y Pedro Sánchez, el regenerador, calla ante el escándalo cuando afecta a una ministra que él nombró. La paja y la viga.

Pero si grave es que Montón se defienda con presuntas mentiras y que el presidente demuestre de forma tan burda su doble vara de medir, igualmente preocupante es que el líder del PP, Pablo Casado, otro al que Álvarez Conde regaló el máster sin acudir a clase y que está siendo investigado por ello por la justicia, renuncie a pedir explicaciones a Montón para «no hacer con ella lo que hicieron conmigo», dando así por buenas de antemano sus pobres explicaciones. Si Casado estuviera convencido de su inocencia, y de que obtuvo su título de forma legal, no tendría ningún problema en exigir a la ministra que justifique cómo aprobó un máster al que se incorporó cuatro meses después de comenzado el curso, entre otras irregularidades. Algún malpensado podría maliciarse que a lo que aspira Casado es a un pacto de no agresión que libere a ambos de asumir responsabilidades.

Aunque, si de doble rasero hablamos, ayer la protagonista fue también la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, otra que venía a regenerar la política de la mano de Podemos reclamando a todos los partidos que elevaran el nivel de exigencia ética a los suyos, y que ha tenido hasta cinco de sus concejales imputados por la Justicia sin exigirles la dimisión a ninguno de ellos. Eso es solo para los demás. Después de que asegurara que no se presentaría a la reelección en ningún caso porque ella estaba de paso por la política, y de asumir el modelo asambleario de Podemos, Carmena le ha cogido gusto a esto del poder y ahora no quiere partidos que la estorben y mucho menos pasar por ese tostón de las primarias. Eso queda para otros. Todo el poder para Carmena, sin primarias y sin gaitas. Y así pasamos de Ahora Madrid, la plataforma podemita con la que se presentó, a una especie de Ahora Carmena, que aspira a ser la reina de Madrid.

Pero si el catálogo de doble moral que vimos ayer les parece escaso, añádanle también el cinismo de Soraya Sáenz de Santamaría, que después de apelar a la necesidad de integración para tratar de evitar que Pablo Casado le disputara la presidencia del PP, una vez derrotada se marcha dando un portazo a su partido. Nuestros políticos nos piden que confiemos en ellos. Pero lo que los ciudadanos nos preguntamos es ¿qué hemos hecho nosotros para merecer esto?