Más de 1.200 personas han dormido en el refugio de Brañagallones en su primer año

Carmen Liedo CASO

CUENCAS

Refugio de Brañagallones.Refugio de Brañagallones
Refugio de Brañagallones

La ocupación durante la primavera y el otoño rondó el 95% en el albergue casín que reabrió en septiembre de 2016 bajo la gestión de la Federación de Montaña

17 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El refugio de Brañagallones cumplía hace unas semanas su primer año desde que reabriera sus puertas bajo la gestión de la Federación de Montaña de Asturias. Fue el 9 de septiembre de 2016 cuando el alojamiento recobraba la actividad y desde entonces han sido más de 1.200 las personas que se han quedado a pasar al menos una noche en el albergue casín. Así, este es el primer verano que pasa abierto desde hace ocho años y, según ha comentado su guardés José Manuel Prado, Pepe, ha habido fines de semana que el refugio ha tenido que colgar el cartel de completo, como por ejemplo éste en el que se da la particularidad de que coincide con un puente. No obstante, las cifras de ocupación que deja el primer balance son bastante positiva, ya que el mismo ha destacado «la buena aceptación que tuvo el pasado otoño y en primavera», estaciones en las que acudieron muchos grupos de montaña y que dejaron una ocupación que rondó el 95%.

Lo que no ha sido capaz de contabilizar el guarda del albergue de la braña de los urogallos es la cantidad de gente que ha podido pasar por allí en este primer año. «Hay mucha gente de transito, que sube y baja en el mismo día», comenta Pepe, que considera que al alojamiento de Brañagallones «aún le falta mucho rodaje porque no es suficientemente conocido», ya que por semana está más flojo de ocupación. Sin embargo, el refugio en sí puede decirse que es uno de los mejores del país, puesto que su pasado como hotel de lujo entre 2005 y 2009 le ha dotado de unas buenas instalaciones en las que ahora pueden quedarse 39 personas a la vez, una cifra que parece la ideal puesto que al responsable del refugio tampoco le gustaría que se produjera una masificación turística en el parque de Redes, en el que se encuentra enclavado esta edificación, aunque el mismo reconoce que es un espacio «con muchísimo potencial».

En cuanto a las personas que han pasado durante este primer año por el albergue, cabe destacar que durante el otoño y la primavera fueron principalmente integrantes «de grupos de montaña y amantes de la naturaleza» los que reservaron para pernoctar en el alojamiento. Sin embargo, en estos meses de verano son grupos familiares de hasta siete personas o, incluso, parejas los que han querido vivir la experiencia de quedarse a dormir en Brañagallones.

 Un refugio que quiso ser parador

El refugio de Brañagallones fue históricamente eso, un refugio. Sin embargo, hace 20 años el Principado sometió al alojamiento a una importante reforma dejándolo en condiciones de poder ser algo más que un albergue. Tras varios años cerrado, la administración central firmó en 2005 un contrato con la empresa Inversiones Lujasa por el que se le concedía la explotación por un periodo de diez años. La pretensión de dicha empresa era convertirlo en un hotel de tres estrellas, por lo que fue acondicionado como tal.

Sin embargo, como parador este alojamiento nunca llegó a consolidarse entre los visitantes de Redes y en 2009 volvía a echar el cierre quedando inutilizado puesto que el Principado no pudo extinguir el contrato con la empresa concesionaria y tuvo que esperar a que éste venciera, los cual sucedió a finales de 2017. Fue en ese momento cuando comenzaron las conversaciones con la Federación de Montaña, cuya intención era volver a convertirlo en refugio siempre y cuando el Principado acometiera las obras de acondicionamiento necesarias para hacerlo funcionar de nuevo, lo cual le supuso un coste a la administración regional de 50.000 euros. A cambio, la entidad se haría cargo del edificio, así como de su mantenimiento. El acuerdo fue aprobado por el Consejo de Gobierno a finales de julio del pasado año, concediéndole la gestión a la Federación por un periodo de diez años prorrogables.