Humanista, feminista, mediática y con fino humor

Pablo Batalla Cueto / J. C. Gea REDACCIÓN

CULTURA

Mary Beard
Mary Beard FPA

Los galardonados se felicitan por el hecho de que el Premio Princesa reconozca a otra mujer en un premio que fue propuesto por el Grupo Deméter de la Universidad de Oviedo

25 may 2016 . Actualizado a las 17:33 h.

Una investigadora rigurosa, erudita y apasionada. Una pedagoga y divulgadora con enorme gancho mediático. Una humanista militante en tiempos de descrédito de las humanidades. Una convencida feminista. Una comunicadora carismática, sin miedo a la polémica y con un más que notable. Todos esos méritos y atributos son los que han ido acumulándose desde ayer sobre la mesa de las deliberaciones del jurado de los Premios Princesa de Asturias de Ciencias Humanas y los que han acabado por imponer la candidatura de la británica Mary Beard a la de oponentes de tanto lustre como el filósofo Michael Sandel o el biólogo Edward Osborne Wilson merced a una candidatura cuya iniciativa partió de Deméter. Maternidad, Género y Familia un activo grupo de investigación internacional de la Universidad de Oviedo encabezado por la profesora de Historia Antigua Rosa Cid. Su impulso ha convencido, y convertido Beard en la quinta mujer galardonada con el Princesa de Ciencias Sociales después de Mary Robinson, Martha C. Nussbaum, Saskia Sassen y Esther Duflo. Significativamente, hubo que esperar hasta 2006 -25 ediciones del Premio- para que el palmarés acogiese a la primera mujer, y cuatro de las premiadas se concentran en los últimos cuatro años.

Lo ha destacaba tras el fallo Marta Elvira Rojo, para quien es  «una gran noticia que se premie a otra mujer». La economista y miembro del jurado ha ponderado también la dedicación a las clásicas de Beard , «que ha profundizado tanto en un tema en el que todavía se puede abundar», y sus dotes para hacer sus investigaciones «extensibles a muchas personas a través de los medios de comunicación», algo que se le antoja a Rojo «especialmente relevante en el momento actual, en que estamos discutiendo sobre los fundamentos que nos unen como sociedad». Además, no se ha resistido a elogiar «el sentido del humor de Mary Beard, porque eso también es algo que puede contribuir a y facilitar el diálogo social».

En parecidos términos se ha pronunciado el politólogo Sami Naïr, para quien Beard es autora de «un trabajo científico muy riguroso, muy pedagógico y muy, muy provechoso para la sociedad: vincular el legado de la cultura clásica con nuestro presente».

Reivindicar las humanidades

Por su parte, el economista asturiano Rafael Puyol -que también ha aplaudido la capacidad de Mary Beard para «llegar al gran público a través de sus libros, artículos y conferencias» ve en el premio un valor añadido: el de reivindicar las humanidades «como disciplinas útiles para cualquier actividad en las universidades europeas y muy particularmente en las españolas».

Pero ha sido quizá el historiador Joseph Pérez el que con más entusiasmo -y sin duda, con mayor prodigalidad- ha cantado las alabanzas de la premiada, empezando por su condición de mujer, y de segunda premiada consecutivamente después de Esther Duflo, y de «especialista del mundo clásico». Para Pérez, Beard «demuestra que uno puede ser un gran conocedor de las raíces grecolatinas de nuestra civilización y que eso no impide, sino todo lo contrario, vivir en el mundo actual».

«En realidad, los problemas que se plantea la humanidad desde sus albores son limitados en número y casi siempre los mismos. Los griegos y los romanos no trataron esos problemas de una manera sencilla, sino con una complejidad que hoy nos permite aprovechar sus lecciones», ha argumentado el historiador francés, añadiendo una aplicación práctica y política: «Entre esas lecciones fundamentales está la de lo que los romanos llamaban res publica: el bien común, la idea de que la política no debe estar al servicio de los políticos sino ayudar a la construcción de un mundo nuevo y de que por encima de la ley escrita hay algo que no está escrito pero que sin embargo se impone a todo ser humano por ser un ser humano».

Y, haciendo gala del mismo buen didactismo que todo el mundo reconoce a la protagonista del día, Pérez ha echado mano del inmarchitable repertorio de los clásicos. «Los griegos trataron esa cuestión a través del personaje de Antígona: nadie me puede impedir dar sepultura normal a mi hermano por más que el rey diga lo contrario; y los romanos acuñaron esa noción de la res publica, que se opone a la privatización. No quiero meterme en política, pero la misma palabra lo dice todo o casi todo: no todo puede ser privado».

Inevitable, tal como van los premios este año, pensar en Nùria Espert haciendo la más más práctica de las demostraciones posibles de esa Antígona pre-republicana en un 2016 cuyos premios Princesa vienen con una fuerte impronta humanista.