Cadonati: «La diferencia entre ondas electromagnéticas y gravitacionales es similar a la que hay entre ver y oír»

J. C. GEA OVIEDO

CULTURA

Laura Cadonati
Laura Cadonati

«Lo más interesante y excitante es la posibilidad de que veamos algo inesperado en las ondas gravitacionales», anticipa Barry Barish, uno de los padres del programa LIGO

03 oct 2017 . Actualizado a las 12:39 h.

La metáfora fue recurrente ayer entre los miembros del jurado del Premio Princesa de Asturias de Investigación: los hallazgos del programa LIGO (Observatorio de Interferometría Láser de Ondas Gravitacionales, en sus siglas inglesas) han abierto «una nueva ventana al universo». Lo que ha entrado por ella ha permitido -internamente, en términos de teoría científica, y mirando hacia el pasado- poner un nuevo puntal, por vía de la comprobación, a las predicciones de la Teoría General de la Relatividad de Einstein formuladas hace un siglo. Las ondas procedentes de la colisión de dos agujeros negros y de un tercero generado en ese choque han sido detectadas tres veces hasta el momento desde las instalaciones de LIGO. Pero, ¿qué esperan ver ahora los astrofísicos ver cuando miren, hacia fuera, por esa «nueva ventana»?

Laura Cadonati, portavoz de LIGO, prefiere cambiar de símil para mostrar la magnitud de esas expectativas. «Hasta ahora, nuestra comprensión del universo provenía de las ondas electromagnéticas. Las ondas gravitacionales transportan un tipo diferente de información; por hacer una analogía, sería algo similar a la diferencia entre ver y oír. Son sentidos diferentes que, combinados, nos dan una comprensión más completa de la realidad». ¿Qué escuchamos, entonces, qué sonidos transportan las ondas gravitacionales? «Nos hablan sobre la curvatura intrínseca del espacio-tiempo y de lo que sucede cuando la materia densa se mueve. Las ondas gravitacionales han empezado ya a contarnos cosas sobre los agujeros negros y sus propiedades, y en ese nuevo giro pueden darnos información sobre el modo en que se formaron. Pueden también hablarnos de las propiedades de las estrellas de neutrones y de la materia nuclear densa, así como de lo que sucede dentro de una supernova».

«Hace dos años solo teníamos evidencia directa de la existencia de las ondas gravitacionales y no sabíamos con seguridad que existían agujeros negros del tamaño de diez masas solares. Ahora sí lo sabemos, y estamos empezando a comprender sus propiedades. Es todo un nuevo campo de la astrofísica que estamos apenas empezando a desvelar», agrega Cadonati.

Esperando lo inesperado

El científico estadounidense Barry Barish -uno de los padres de LIGO, junto a Kip S. Thorne y Rainer Weiss- habla de algunas de las rutas de exploración que ya se están empezando a tratar en ese campo. «Por supuesto, los científicos estamos recabando más datos sobre la colisión de agujeros negros -de la que hemos realizado hasta ahora tres observaciones- para comprender cómo se forman y sus características. Después, esperamos poder ver las colisiones de estrellas de neutrones, densas concentraciones de materia nuclear que se forman después de una supernova o del colapso de una estrella. Observar su colisión nos aportará una visión única de la física nuclear en condiciones extremas. Y esto es solo un ejemplo del futuro, aunque es nuestro próximo objetivo», señala quien fuera director del Observatorio entre 1997 y 2006.

Pero, como todo científico, además de sujetar el edificio de la teoría con el rigor de los datos, Barish mirar hacia el futuro y abre la ventana de par en par a lo que nadie puede aún predecir: «Lo más interesante y excitante es la posibilidad de que veamos algo totalmente inesperado. Después de todo, solo podemos ver un pequeño tanto por ciento de lo que hay en el universo con nuestros telescopios y otros instrumentos. ¿Quién sabe qué mas podremos llegar a "ver" con las ondas gravitacionales?».