«Ante tanto cine al que tener hoy acceso, Laboral Cineteca es una buena brújula»

J. C. Gea GIJÓN

CULTURA

Roberto Cueto
Roberto Cueto

El crítico, escritor y docente ha elaborado como programador invitado el ciclo «Los monstruos de la máquina», en el que rastrea el mito de Frankenstein en clásicos del cine y en poco conocidas obras recientes

23 jun 2017 . Actualizado a las 07:53 h.

Desde hace unos meses, Laboral Centro de Arte y Creación Industrial exhibe Los monstruos de la máquina, una exposición sobre la influencia de la ciencia y la tecnología, especialmente la más reciente, en nuestros comportamientos, sueños y pesadillas. El mito que hay tras ese concepto, el monstruo de la máquina por excelencia, es el de la criatura de Frankenstein. Y todo lo que vale para la exposición, vale también para el ciclo de cine del mismo título que desde este mes le da réplica cruzadas las puertas de la Ciudad de la Cultura en Laboral Cineteca. Se ha encargado de confeccionarlo un programador invitado de excepción: el crítico, estudioso, docente y, sobre todo, apasionado cinéfilo Roberto Cueto, que visita esta tarde Laboral Cineteca para participar en un encuentro con el público tras la proyección, a las 20,00 horas, en el Paraninfo, de La Mosca de David Cronenberg.

-¿Con qué idea confeccionó el ciclo?

La filosofía del ciclo surge desde la de la exposición. Frankenstein está en el germen como mito fundamental para la historia de la ciencia y la cultura contemporáneas. Todas las películas insisten en esa idea, que es básicamente la de las consecuencias sobre nuestras conductas y las consideraciones éticas que puede llegar a tener el afán del ser humano por enmendar a la naturales, por hacer un mundo mejor y diferente. Ese afán puede llegar a ser peligroso, e incluso a crear monstruos. Frankenstein tiene dos siglos, y sigue totalmente vigente. Mary Shelley no podía imaginarse hasta qué punto iba a desarrollarse la tecnología y adónde iba a llegar, ni tampoco hasta qué punto su idea iba a ser un tema recurrente en la literatura fantástica y de ciencia-ficción, universal y atemporal. Por ello es considerada y citada siempre como una pionera en la historia de los dos géneros literarios.

-¿Y dónde está Frankenstein en películas donde Frankenstein no aparece?

-He tratado de rastrear la idea básica de Frankenstein, no buscar adaptaciones literales, y comprobar su vigencia en la actualidad. El ciclo tiene la gracia de recuperar un par de clásicos que merece volver a ver siempre, sobre todo por los espectadores más jóvenes, y revisar en la pantalla, junto a películas muy recientes que incluso están inéditas comercialmente en España, con lo que se añade un componente de descubrimiento.

-No es el caso de La Mosca ni de Viaje Alucinante.

-La Mosca comparte exactamente la misma idea que Frankenstein: en este caso, un acontecimiento banal, la aparición de una mosca que se interpone en un experimento científico, tiene unas consecuencias inesperadas y crea un monstruo. Respecto a Viaje Alucinante, es un clásico que sigue siendo delicioso volver a ver, con su colorido en Technicolor, en una pantalla grande.

-Hablemos de otras mucho menos conocidas. La más peculiar, quizá, Brand upon the brain!, de Guy Maddin.

Es la película más autoral del ciclo, y también una de las mejores de su autor, que es él mismo un poco Víctor Frankenstein a la hora de construir sus películas, montándolas con materiales diversos, con fragmentos a los que cose dejando ver las costuras. Además, su tema es también muy Frankenstein, con un doctor loco como los de la serie B, y su reflexión sobre cómo la identidad humana se construye a base de la memoria y lo que la memoria va guardando y reconstruyendo.

-¿Love and engineering?

-Es un documental muy curioso de Tonislav Kristov que tiene que ver con esa idea de tecnologías que pretenden modificar nuestras vidas, y las acaban modificando de forma quizá indeseada, y con aspectos más cotidianos de la vida: la historia de un programador que está convencido de haber encontrado los algoritmos matemáticos que rigen nuestra vida amorosa y de que se puede modificar estas conductas emocionales mediante ellos para ser más felices en el amor. Tiene además un toque muy gracioso a lo Big Bang Theory porque este programador utiliza a sus amigos como sujetos del experimento mediante una serie de citas monitorizadas.

-Y restan otras dos, ya proyectadas, Suicide Room y Vanishing Waves.

-Son dos películas que comparten su origen en países del Este, en los que ha habido siempre una gran tradición de ciencia-ficción de mucha calidad, tanto en cine como en literatura, aunque sea menos conocida que la que viene de Estados Unidos u otros países. Las dos comparten un tono muy especulativo que tiene que ver tanto con la ciencia-ficción «dura» y con autores como Tarkovski y las grandes preocupaciones existenciales. En Suicide Room, mirando hacia los nuevos universos virtuales como paraísos artificiales en los que refugiarnos y donde evadirnos, y en Vanishing Waves, especulando sobre la posibilidad de la conexión mental entre dos personas.

-¿Qué le parece la labor de sus anfitriones, Laboral Cineteca?

-Es una labor cada vez más necesaria porque existe un gran vacío en la distribución de ciertos títulos. Los factores son muchos: hay menos cines, menos público, los costes de distribución no compensan la escasa rentabilidad de ciertas películas… Por eso espacios como Laboral Cineteca son muy importantes para recuperar algunas de esas películas.

-¿Y su lado pedagógico y divulgativo?

-Es esencial. Hoy es tan fácil el acceso a tantas películas de toda la historia del cine que hace falta una cierta guía para saber qué es lo que más interesa, lo más destacable, sobre todo para los espectadores más jóvenes. En ese sentido, el trabajo de Laboral es un poco como el de una buena brújula para orientarse en el mar.