La vieja guardia de la novela negra española vela por la salud del género

H. J. P. REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Mientras Zanón insufla nueva vida a Pepe Carvalho y la Semana Negra de Gijón encara la recta final de su 30.ª edición, Bartlett, Silva, Andreu, Madrid y Reverte siguen en la brecha

15 jul 2017 . Actualizado a las 09:55 h.

El género negro vive una auténtica edad de oro. En Francia, en Italia, en EE.UU., en Suecia... en todo el mundo. Los libros no se venden, pero la novela policíaca se la quitan de las manos al librero. Incluso en España. Nuevos actores se incorporan a un fenómeno que parece abierto a cualquier hábil emprendedor de las letras. Presentadoras de televisión, locutores, actores, cocineros, entrenadores de fútbol. Para todos parece haber una oportunidad.

Mientras los avispados prueban fortuna, hay quien se entrega a la causa con talento, devoción, rigor y trabajo. Como si se tratase de un asunto de vida o una droga. Alicia Giménez Bartlett (Almansa, 1951) y Lorenzo Silva (Madrid, 1966) preparan para después del verano nuevas entregas de sus respectivas criaturas: la comisaria Petra Delicado (en Mi querido asesino en serie) y la pareja de agentes del Instituto Armado Bevilacqua-Chamorro (en el volumen de relatos Tantos lobos). Ambos aparecerán en el catálogo de Destino. La vieja guardia demuestra que esto es una carrera de fondo, y con su sabiduría y sus años velan por la salud de la novela negra española.

Pero es que apenas hace unas semanas Andreu Martín (Barcelona, 1949) llevó a las librerías El lado oscuro, una novela que protagoniza la joven detective Sonia Ruiz y que editó el sello palentino Menoscuarto. La trama nace alrededor de un asunto de infidelidades. Otro de los decanos en plena actividad es Juan Madrid (Málaga, 1947), de quien Alianza acaba de poner en la calle Perros que duermen, que viaja desde el presente, de la mano del periodista Juan Delforo, a los días aciagos de la Guerra Civil y la posguerra. El tercero de la quinta de finales de los 40 es Jorge Martínez Reverte (Madrid, 1948), que retoma al periodista Julio Gálvez.

Entre ellos se cuela otro veterano, un escritor profesional, transversal a los géneros, Jordi Serra i Fabra (Barcelona, 1947), que publicó la octava entrega de la serie protagonizada por el expolicía Miquel Mascarell, Ocho días de marzo (Plaza & Janés).

La juventud, empero, se aplica también a renovar las fuentes del universo policíaco. Mientras Carlos Zanón -uno de los valores más sólidos de la escena actual- trabaja en el encargo de insuflar nueva vida a Pepe Carvalho, creado por Manuel Vázquez Montalbán, la 30.ª Semana Negra de Gijón -que encara ya su fase final- adjudicaba ayer el premio Dashiell Hammett a la mejor novela de género negro aparecida en el 2016 a Madrid: frontera, de David Llorente (Madrid, 1972), publicada por Alrevés, y el galardón Memorial Silverio Cañada a la mejor primera novela de género negro a El peso del alma, de José María Espinar (Granada, 1974), editada por Edaf.

El periodista Gálvez mantiene el humor en su pelea contra el abuso de las multinacionales

Pronto se cumplirán 40 años de la primera aparición del personaje que el escritor Jorge Martínez Reverte puso a andar en Demasiado para Gálvez (1979; aún no había Internet). El legado de la transición se tambalea teatralmente en España, pero nadie discute al periodista Julio Gálvez, que cohabitó el tiempo del detective Carvalho y el inspector Méndez (creado por Francisco González Ledesma y que también regresará en la pluma de su hija, la periodista Victoria González Torralba). Reverte se recupera lentamente del ictus que sufrió en el 2014, una experiencia que narró en Inútilmente guapo. Parte de su terapia es trabajar ese humor que no abandona y que alienta -y ya es costumbre- la peripecia de su más célebre criatura en Gálvez y la caja de los truenos, novela que acaba de publicar el sello coruñés Ediciones del Viento. Gálvez, además del abuso de las multinacionales y este mundo de globalización mal digerida, acabará por enfrentarse también a un accidente cerebrovascular.