Rafael Reig y la España más desigual

Efe REDACCIÓN

CULTURA

Rafael Reig
Rafael Reig

«Para morir iguales» es la nueva novela del cangués Rafael Reig, que tacha de desigualitaria la sociedad actual donde «educan a los pobres para que se conformen con ser pobres»

18 abr 2018 . Actualizado a las 19:21 h.

El escritor Rafael Reig considera que la desigualdad es la tragedia más grande a la que se enfrenta actualmente la sociedad española, en la que también hay un creciente orden social férreo, de tal forma que los que logran subir «recibirán su castigo».

Reig, natural de Cangas de Onís, habla de este asunto en su nueva novela Para morir iguales, editada por Tusquets y protagonizada por Pedrito Ochoa, que a pesar de criarse en un hospicio de Madrid le sonreirá el futuro y se convertirá en un hombre rico.

Ochoa vive en el orfanato ajeno a la transformación que vive el país hasta que en los años setenta aparecen sus abuelos y comienza a estudiar bachillerato en un colegio junto a los hijos de las familias ilustres del franquismo.

Allí comprende que la sociedad se divide entre los llamados «a dirigir» y los invisibles y sin opinión. Él decide estudiar Derecho y hacerse rico pero, aunque la suerte le sonreirá, Pedro seguirá atrapado en su infancia y en el orfanato donde fraguó sus lealtades inquebrantables y donde conoció al amor de su vida.

La desigualdad social en España es mayor cada año, recalca Reig, el cual explica que, aunque esta situación se ve en su novela que llega hasta 2015, se detecta «mucho más en la calle». Una sociedad en la que desde la Edad Media «educan a los pobres para que se conformen con ser pobres», dice el escritor, que aborda también en la novela la necesidad de reconocer el pasado «aunque el pasado que te espere sea terrible».

Porque para Reig, la infancia es «lo invariable y lo constante» en la vida de cada persona. «Al final todos tendemos a dudar si la vida verdadera es la de adulto, una vida de simulación e impostura en la que jugamos a ser determinadas personas, o si es la infancia, cuando las cosas pasaban de verdad y donde el placer y todo lo demás eran más intensos», sostiene el autor.

Por eso, agrega, la infancia es vital para comprenderse en la edad adulta sin que importe si esa época ha sido buena o mala, «ya que lo que cuenta es ser niño, tener esa visión más pura y no entrar en el juego de fingir de los adultos». En la edad adulta «todos intentamos ser el que no somos, aunque echemos de menos lo que hemos dejado de ser», destaca el asturiano.

Reig, que es también librero, sostiene que «los dueños de todo esto» prefieren que la gente no lea, «pero tenemos que hacerlo en defensa propia».

Se muestra optimista sobre el futuro del libro y confía en que, tras una especie de «euforia tecnológica», la gente se dará cuenta de que «un libro, un papel y un lápiz son las herramientas más sofisticadas» que existen.