Eduard Fernández: «Soy muy confiado con la gente, a veces demasiado»

CULTURA

Es exigente porque, dice él, no tiene la facilidad de Ricardo Darín que «no haciendo nada le sale todo bien». Lo afirma quien ha ganado dos goyas y sobresale siempre. Ahora triunfa con «Todos lo saben» junto a Penélope Cruz y Bardem

07 oct 2022 . Actualizado a las 19:15 h.

Tiene Eduard Fernández (Barcelona, 1964) la apariencia de un tipo normal al que no le van los histrionismos. Tal vez por eso le han llovido siempre papeles enormes, porque encaja en cualquier tipo de a pie o de altura en todas sus versiones. Eduard se saca importancia y reconoce que esa naturalidad interpretativa le cuesta y que nace de un esfuerzo riguroso de alguien que trabaja siempre para dar un nivel máximo. Fan de Colin Firth y de Al Pacino, tiene entre sus favoritos a Javier Bardem, con el que compartió muchas escenas en su última película, Todos lo saben. Un thriller psicológico del director iraní Asghar Farhadi, que protagonizan también Penélope Cruz y Ricardo Darín. Casi nada.

 -Acabas de estrenar «Todos lo saben» con unas expectativas altísimas.

- Sí, es un filme de Asghar Farhadi, que ha ganado dos óscares. Es un tipo que ha hecho muchas maravillas, un director muy particular, que vino a España con este proyecto de la mano de Penélope Cruz y Javier Bardem. Lo más destacable de él es que hace un thriller de las relaciones humanas. La película se desarrolla en un pueblo y se centra en una familia con tres hijas, la mayor vive en Argentina, que es Penélope. Ella regresa para una boda y en ese momento le secuestran a su hija. Eso hace que la relación de los personajes cambie, que cambie la mirada hacia sí mismos y hacia los demás. El espectador va todo el rato pensando quién puede haber sido.

-El reparto es espectacular: Penélope Cruz, Javier Bardem, Ricardo Darín, Bárbara Lennie, Inma Cuesta... ¿Cuánto tardaste en decir que sí?

-Bueno, un poquitín, porque había que hablar de varias cosas [risas]. Todo lleva su tiempo, en todo caso la ilusión era muy grande. Primero me entrevisté con Asghar, me contó el personaje, fui a la vez muy relajado, muy tranquilo, eso que él no habla español, pero ha sido fácil a la vez. Tenía al lado un traductor buenísimo, si no, no se hubiera podido hacer esta película, y ha sido muy sencillo, porque creo que nos une antes el lenguaje cinematográfico que el idioma.

-Él ha querido dar una versión muy universal, tenía ese empeño, ¿no?

-Sí, y eso es lo que precisamente la ha hecho muy española, creo yo. Él siempre decía que no quería que se notase que era un director extranjero haciendo una película española, pero ha salido así porque es muy concreta, muy local.

-Penélope ha confesado que ha sido el trabajo más duro de su vida, que acabó exhausta, es un director muy exigente. No sé tú.

-Sí, es que el personaje de Penélope es la madre, es tremendo, es el dramón. Sobre ella giramos todos los demás, si ella no estuviera bien, nosotros tampoco. Y él está en todo, un día se me acercó con las tijeras en la mano y yo le dije: «¿Adónde vas, Asghar?». Y me cortó un trozo de pelo. Está en todo, en una talla más o menos de vestuario, en un hilo suelto que cuelga, es muy minucioso en todo.

-Creo que tú también eres muy perfeccionista. Tu trayectoria es espectacular y todo lo que haces lo haces bien.

-Sí, soy exigente conmigo mismo, es verdad. Yo creo que porque no tengo una facilidad especial, hay a quien le es muy fácil actuar, como a Ricardo Darín. Ricardo no hace nada y lo hace bien [risas] y yo no. Es cierto que con los años vas aprendiendo, pero tengo que trabajar mucho para llegar a hacer bien los personajes. Aprendo de mis compañeros, también de ese grandísimo actor que es Bardem, viendo cómo ese pedazo de hombre, con esa virilidad que avasalla, es también tan vulnerable. Trabaja muy bien eso. Un actor tiene todo el texto, pero los humanos cuando hablamos nunca sabemos la frase que va a decir el otro, por eso un actor tiene que hacerla como si saliera de un lugar nuevo, es un trabajo, y yo soy un apasionado de esto. Es el oficio y, bueno, cada uno tiene que saber hacer el suyo.

-Has hecho un montón de películas, pero en el último taquillazo, en «Perfectos desconocidos», parece que te conocemos de toda la vida: el anfitrión perfecto, el padre encantador, todo natural.

-Sí, sí, ya verás cómo en la siguiente no soy tan encantador, que hago de Millán Astray [risas].

-Quiero pensar que eres encantador.

-Ja, ja. Muchas gracias.

-Eres un actor muy premiado, pero según tú nunca es suficiente.

-Es que no te creas, me han nominado mucho, pero me han premiado menos. Es que siempre es bonito, siempre es agradable que te reconozcan. Al principio me costaba, sentía que me daba vergüenza, pero ahora los recojo con más deportividad, ja, ja, ja.

-No sabemos mucho de tu personaje, ¿qué fue lo más complicado?

-Es un secundario con bastante frecuencia, pero que podía haber cambiado mucho después del montaje. Y es un hombre del pueblo, tuve que engordar mucho para la película, estoy hecho una bola, y eso que me ponían un poco más de barriga. No sé cuánto engordé, pero sé que he tenido que adelgazar 15 kilos para la siguiente con Amenábar y eso sí cuesta, engordar me cuesta menos [risas]. Es un buen hombre, el marido de una de las hijas, que interpreta Elvira Mínguez, y es alguien a quien no le han dado su lugar en la familia. Siente que les debe algo también, es muy amigo del personaje de Bardem, y un tipo que intenta ayudar y a veces desayudar porque empieza a sospechar de todo.

-¿Te centraste en alguien para interpretarlo?

-Fui dos días al pueblo, aunque no sé si sirvió de nada, realmente. Miras a la gente, cómo va, cómo anda, cómo pasea, el tiempo libre que tienen... Vas sacando conclusiones, el trabajo principal de un actor es el texto, cada escena concreta, qué pasa con cada reacción del otro, cómo te sorprende lo que te dicen. Tú lees una frase de un texto, por ejemplo, un «Te quiero» y con un «Te quiero» puedes decir lo que te dé la gana, puede ser un «Te quiero matar». Todos los maridos y mujeres saben lo que significa un «Te quiero» [lo dice como pesado], que solemos responder con «Así no me lo digas, cariño». El texto es el texto y luego puedes decir lo que te dé la gana.

-¿Ese terror de lo cotidiano a ti te espeluzna? ¿Pensar que puedes dormir con el monstruo?

-A mí no me asusta, no lo suelo pensar, pero a mucha gente que sienta eso seguro que le encantará la película.

-¿Eres confiado entonces?

-Sí, soy bastante confiado con la gente, a veces demasiado.

-Uno siempre puede llevar el monstruo dentro, no sabe cómo va a reaccionar también.

-Sí, creo que todos llevamos el monstruo dentro. Yo recuerdo cuando los cascos azules fueron a Bosnia a ayudar y luego salieron grandes barbaridades de los cascos azules: violaciones, torturas... Todos llevamos dentro lo mejor y lo peor, por eso los actores podemos ser actores, porque lo tenemos todo dentro. Puedes abrir un cajón u otro y elegir cuál. Todos somos capaces de lo mejor y de lo peor.

-Con ese elenco, ¿terminasteis haciendo pandilla?

-La película es muy coral, coincidimos mucho en el rodaje y ya nos conocíamos, todos tenemos ya una edad y sí el ambiente de familia era real. Tuvimos muchas pausas, hicimos muchas cenas, comidas... Inma hacía una tortilla de patata riquísima, charlábamos, tuvimos mucho tiempo libre y eso fue haciendo familia. Creo que esa relación siempre ayuda a que las cosas vayan mejor, y además en este caso en que éramos realmente una familia, favoreció.

-El director creo que repetía mucho eso de «no seas actor, no seas actor».

-Sí, nos lo dijo a todos, a todos. Es una forma de hablar, quería que fuésemos personas de la calle, que no pusiésemos esa mirada de actor que sabes que funciona, mirando a cámara, no, no. Quería que fueses una persona normal, que está muy bien para darle naturalidad. Aunque hay directores que, al revés, quieren que hagas de actor.

-¿Y tú eres muy obediente con los directores?

-Sí, yo procuro serlo. Es cierto que uno también tiene que encontrarse a sí mismo, pero yo cuando hago una película tengo una sensación de que estoy ahí para ayudar a una persona a contar una historia que le apetece contar.

-¿Te gusta verte?

-No soy muy fan de verme, prefiero ver a otros.

-¿A quién?

-Soy muy fan de Colin Firth, Edward Norton en alguna, Al Pacino siempre y de Javier Bardem.

-En ese ambiente de secretos, de oscuridad, tiene que ser complicado mantener la tensión.

-No, no es complicado, te pones en situación, haces siempre paralelismos, te imaginas que te puede pasar a ti con tu hija, aunque yo de mi hija no suelo tirar, me parece mala manera, pero te imaginas y se te pone cara de preocupación.