Fallece Andrea Camilleri, referente de la novela negra y la ética cívica en Europa

HÉCTOR J.PORTO

CULTURA

Sus libros de la serie del popular comisario siciliano Montalbano han vendido
decenas de millones de ejemplares. Ha muerto a los 93 años después de 25 días ingresado

18 jul 2019 . Actualizado a las 12:39 h.

Andrea Camilleri (Porto Empedocle, Agrigento, 1925) ha fallecido en Roma a los 93 años. Llevaba casi un mes ingresado en el hospital romano del Santo Spirito desde que el 17 de junio sufrió un paro cardíaco en su casa. El escritor siciliano murió con las botas puestas, publicando pese a las limitaciones que le imponía la ceguera causada por el glaucoma que padeció hace ya algún tiempo. La literatura europea pierde así un puntal clave, y no solamente en lo literario ?como uno de los máximos exponentes de la llamada novela negra mediterránea?, ya que era un referente fundamental en el Viejo Continente por sus firmes posicionamientos ético-político y cívico.

Con más de un centenar de libros editados, Camilleri es una figura muy popular, sobre todo por encarnar a uno de los grandes del noir actual como autor de la saga que protagoniza el comisario Salvo Montalbano ?cuyas andanzas por la ficticia localidad siciliana de Vigàta ya ocupan una treintena de entregas y que adoptó su apellido como homenaje al escritor barcelonés Manuel Vázquez Montalbán?. Y es que las investigaciones del policía (que se mueven en un territorio inspirado en la provincia de Ragusa) se devoran con fruición debido a su levedad y a una sencillez que solo lo es en apariencia, porque a poco que el lector se pare percibirá que la realidad empapa toda esa ficción en la que confluyen los más graves problemas de la sociedad italiana (y europea): inmigración, trata de mujeres, mafia, fascismo, corrupción, violencia sexista, etcétera.

Rara vez, en las historias de Montalbano, la visión del narrador no está enfocada desde una perspectiva sutilmente crítica y combativa. Ocurre así hasta en la última novela, llegada al castellano esta misma primavera ?de la mano del sello Salamandra, como siempre?, El carrusel de las confusiones, en la que admitía el autor que extraordinariamente no se había inspirado en la crónica de sucesos: está pegada a los peores avatares de la vida, empezando por los comportamientos machistas y continuando por los tejemanejes en la ominosa sombra de la Cosa Nostra. En ese sentido, él mismo solía decir que andaba falto de imaginación, aunque la resolución de muchas de sus tramas evidencia lo contrario y que lo que le sobraba era modestia.

Detective gastrónomo

Pese a no decaer su gusto por la buena mesa, Montalbano ?uno de los hitos del denominado detective gastrónomo, también asociado al mediterráneo? aparece en este relato como un hombre que comienza a sentir los temores e inseguridades de la vejez. En verdad, es un burgués un poco caprichoso, soltero impenitente, sentimental y egoísta, con un punto antipático dentro de su perfil de seductor latino ?el actor que lo interpreta para la serie televisiva de la RAI, Luca Zingaretti, está muy lejos de hacer honor a la enorme criatura libresca?. Hasta el propio Camilleri ha confesado que sentía un cierto rechazo hacia su personaje estrella y que ya le tenía preparada una muerte literaria ?en una novela guardada en el cajón del editor desde hace más de diez años? que ha ido aplazando una y otra vez, consciente de que tal decisión acabaría con la gallina de los huevos de oro. Porque lleva vendidas varias decenas de millones de ejemplares ?e incluso en Italia el éxito ha podido con las reticencias con que siempre se toma la utilización del dialecto siciliano en que escribe? desde que hizo debutar al funcionario en 1994 en La forma del agua, en la que este no era un chaval a sus 45 años y ya entonces tonteaba despreocupadamente con su amante genovesa Livia Burlando, con la que nunca tuvo las agallas de llegar mucho más allá (como ella deseaba).

Tampoco era un crío Camilleri cuando, ya superada la cincuentena, publicó su primera narración de ficción. Llevaba cuatro décadas dedicado a las labores del guionista y el director de teatro (llevó a cabo montajes de piezas de dramaturgos de la talla de Ionesco, Beckett y Pirandello) y de televisión (trabajó en la RAI hasta la jubilación).

Andrea Camilleri había sido ingresado hace casi un mes en estado crítico en el hospital del Santo Spirito, donde enseguida pasó a la unidad de reanimación y se le administró «respiración asistida». Había sufrido una parada cardiorrespiratoria cuando se hallaba en su domicilio de la capital italiana. Aunque su situación parecía bajo control, el paciente no superó la crisis. Mientras permaneció ingresado, estuvo acompañado por varios familiares, que vieron cómo medios de comunicación y admiradores del genial narrador se agolpaban en el exterior, a las puertas del centro médico.

Heredero de su maestro y paisano Leonardo Sciascia

Fumador empedernido ?podía consumir sin pestañear sesenta cigarrillos diarios?, la actividad de Camilleri era incansable e iba más allá de los casos de Montalbano. Con más de un centenar de libros publicados, no eran los del comisario los que más apreciaba. Su posición de referente ético y cívico estaba incluso más presente en sus otras novelas y hasta en sus ensayos, especialmente en lo que atañe a su denuncia de la penetración de la mafia en la sociedad italiana. En esta tarea era un digno heredero de su paisano de Agrigento, maestro y amigo Leonardo Sciascia (Racalmuto, 1921-Milán, 1989), quien albergaba serias dudas de que su literatura alcanzase difusión si se empeñaba en utilizar el dialecto siciliano. Pese a su ecuanimidad e inteligencia, Sciascia se equivocó, y mucho. En lo que sí coincidían es en su esfuerzo por concienciar a sus conciudadanos de la necesidad de denunciar los crímenes y manipulaciones de la mafia, así como la urgencia de que sus vecinos abandonasen las inercias, y no callasen, que superasen el miedo y plantasen cara a su perverso poder. En uno de los libros de Camilleri, Vosotros no sabéis, desentraña con gran rigor el funcionamiento de la Cosa Nostra y deja una mirada escéptica sobre las instituciones públicas y la clase política de su país.