«'La casa de papel' fue un éxito mundial por lo bien que se llevaban entre ellos»

beatriz pallas REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Najwa Nimri, Rodrigo de la Serna y Luka Peros, nuevos rostros de la serie de Netflix, hablan de su intensa llegada a la ficción sobre la banda de atracadores

26 ago 2019 . Actualizado a las 12:59 h.

Llegaron al plató de La casa de papel como los nuevos del barrio, pero ya se han ganado su hueco propio en este grupo de malos favoritos de los espectadores de todo el mundo. El argentino Rodrigo de la Serna se ha metido en la piel de Palermo, maquiavélico y misógino ingeniero y cerebro del segundo atraco de la banda al Banco de España. El croata Luka Peros es Marsella, un hombre clave para hacer funcionar los apresurados planes de El Profesor. Frente a ellos, Najwa Nimri intenta hacer cumplir la ley y el orden como la implacable inspectora Alicia Sierra. Ellos y el resto del equipo acaban de festejar como una piña el final del rodaje de la cuarta temporada de la serie de Netflix.

-¿Cómo es convertirse en el recién llegado a un gran éxito internacional como «La casa de papel»?

-[Luka Peros] Como un niño en la guardería. A mí me gusta jugar.

-[Naywa Nimri] Cuando llegas el primer día a la guardería es una experiencia traumática.

-[Rodrigo de la Serna] Sobre todo si llegas a una guardería donde todos los demás llevan dos años jugando y tú eres nuevo...

-[L.P.] No, para mí no, yo soy masoquista [risas]. Es un honor participar en esta serie, pero lo más divertido ha sido encontrar a estos colegas, este mundo, el equipo técnico, los actores. Ver cómo trabajan y su profesionalidad. Ver a este loco boludo jugar sin freno. Es un mundo nuevo para mí y estoy muy orgulloso de ser parte de esto.

-[R. S.] Coincido con Luka porque, además, tanto él como yo somos extranjeros en esta familia y venimos de países muy lejanos. Llegamos a un equipo ya conformado, a una familia tan funcional y comprobamos que fue un éxito mundial, además de muchas otras cosas, también por lo bien que se llevaban entre ellos, es evidente. Era difícil llegar ahí con tu equipaje y decir «hola, permiso, me voy a acomodar aquí entre ustedes y voy a ser uno más». Pero nos recibieron muy bien y la alquimia fue inmediata. Les agradezco muchísimo porque este proceso creo que en otro país habría sido más traumático, en Estados Unidos por ejemplo. No sé si por el idioma o el componente cultural, aquí es todo más familiar.

-En el caso de Nawja, la novedad fue menor, porque gran parte del equipo es el mismo que el de «Vis a vis».

-[N. N.] Para mí ha sido como volver a casa. De hecho el rato que no estuve con ellos había sido como no estar en casa. Estaba rondado cine y luego me incorporé. Me habría dado igual qué serie estuvieran haciendo. Quería volver a trabajar con Álex Pina, con Jesús Colmenar, con Migue Amoedo, con todos los que estaban en este tinglado. Me gustó mucho la experiencia de Vis a vis y quería volver a sentirla. Ha sido muy divertido, intenso y muy fácil.

-Pero todo un cambio de registro al pasar de presidiaria a policía.

-[N. N.] Sí, pero la villana igualmente. Sí es un cambio de registro, espero que se vean los matices. Hemos configurado al personaje un poco más lúdico, más liviano y más ligero de ver. Es una inspectora con un embarazo de ocho meses al que no presta atención y que pone toda su energía en capturar y desenmascarar a la mente de este atraco. Ella cree que este tipo no es trigo limpio, que está haciendo todo esto por razones equivocadas. No se cree que sea altruismo y va a por él.

-¿Cómo encajaron los nuevos personajes en toda la trama?

-[R. S.] En el caso de Palermo él es el ingeniero. Conocía previamente a El Profesor y Berlín y habían diseñado este robo gigante. Es uno de los diseñadores y la pata técnica de un atraco muy difícil de realizar, porque el dispositivo de seguridad que tiene el Banco de España es impresionante, único en el mundo. Cuando tocas esa bóveda se inunda porque han encauzado tres arroyos subterráneos para que desemboquen ahí. La parte técnica era fundamental y el ingeniero está al cargo de eso y, además, está comandando el atraco. Es un tipo partido por una tragedia personal, que no ha resuelto cuestiones emocionales muy profundas y eso le da un plus de vehemencia a la hora de encarar el atraco que puede llegar a ser polémico y molesto para algunos integrantes. Es un tipo que está bastante chalado.

-[L.P.] Marsella es todo lo contrario. Él está ahí para proteger el plan y manejar a toda la banda, el Profesor y la inspectora. Él tiene que ser eficaz.

-Los actores de las dos primeras temporadas ya son célebres en todo el mundo. ¿Están preparados para la fama mundial?

-[L.P.] No.

-[R. S.] No. Igual tengo un par de rincones en Argentina donde uno puede escaparse. No creo que sea tanto. Ya veremos cómo lo manejamos. Redes sociales no manejo mucho, así que creo que eso me va a salvaguardar bastante.

-[N. N.] Gran parte de la presión viene de estar todo el día mirándote el careto en las redes. Y luego el transformismo te ayuda bastante. Yo lo uso mucho.

-[R.S.] Yo también, por eso me hice actor.

-[N. N.] En este personaje llevo la cara llena de pecas, lentillas azules, una coleta larga y una tripa enorme. La gente te identifica con esa imagen y cuando te quitas todo eso y te ven por la calle, con el pelo de otro color y sin lentillas, no te conocen. En Zulema llevaba peluca negra, lentillas verdes... Si te transformas tienes la mitad del trabajo ganado. Es ese café tranquilo, son un montón de selfis que te ahorras. Al final el que te ha seguido acaba por decir «¡eras tú!» y te sacas la foto, pero te has ahorrado ocho.

-[R.S.] Me gusta mucho caracterizarme, disfrazarme, esa cosa básica del actor.

-[N. N.] Yo en todos mis trabajos me transformo mucho siempre que me dejan. Por mí me haría de todo.