Pablo López: «Solo concibo la vida revolcándome por el suelo»

CULTURA

El cantante presenta su single «Mariposa», tras un tiempo oscuro en el que apenas ha podido escribir. «La energía existe y en Madrid está muy mermada»

11 may 2020 . Actualizado a las 20:52 h.

Con Pablo López todo va rodado, porque hay una confianza y un cariño que con él siempre juega a favor. Acaba de presentar su single Mariposa, aunque él dice nada más empezar a hablar que se siente más una polilla con intento de serlo. En cualquier caso le gusta la transformación y no hay duda de que ya vuela alto.

-¿Ha sido premeditado el lanzamiento? ¿Querías decir sigo aquí en este momento?

-No, por Dios. Si alguna estrategia he seguido desde que arranqué ha sido no tener estrategia. He estado confinado y he tardado muchísimo tiempo en poder comunicarme con honestidad, con veracidad. Y aunque suena a licencia poética, Mariposa es lo que me representa hoy.

-¿Te ha costado escribir?

-Sí, me he sentido perdido. Han sido 40 días sin aspavientos, sobrecogido, pero de repente un día me liberé. Toqué todos los días el piano, escuché mucho a Serrat y a Supertramp, pero no fui capaz de escribir porque la energía existe y al sentir Madrid tan mermado, yo no podía. Hace solo una semana que empecé.

-Dices: «Dura poco la belleza». ¿Estás derrotista?

-Me dices eso y a lo mejor tienes razón.

-Es que no me pareces «de vivir muy pegado al suelo», como expresas.

-¿No? ¿Entonces dónde estoy pegado?

-Me pareces más soñador.

-Sin duda. Todos los sueños, toda la belleza es necesaria, pero lo hermoso está en el suelo. El significado es ese, la mariposa, el sueño o la belleza es querer estar en esa simetría que es inalcanzable, efímera. Pero esa mariposa puede estar en un bar de cuatro metros cuadrados cuando llegas, hablas, te manchas, solucionas y te vas a casa.

-¿Has sido relativamente feliz en esta cuarentena?

-Me parece que lo único positivo es que he conocido por una vez mi casa, una casa mía, porque estoy siempre cambiándome de piso, de lugar. Por fin he dejado mi olor, mi piel, en un hogar. Parece una tontería, pero yo casi nunca he llegado a desempaquetar mis cosas en los pisos en los que he vivido. No me ha dado tiempo. Estos días he estado como un felino que marca cada esquina de su casa.

-Iván Ferreiro nos dijo el otro día que aburrirse le parecía un superpoder. ¿Y a ti?

-Ja, ja. Después de lo que me acabas de decir y conociendo a Iván, no sé cómo me permites que siga la entrevista. Qué titular. Yo no me he aburrido, la verdad.

-Eres un intenso, me lo dijiste: «Soy intenso hasta poniendo el lavavajillas»

-Sí, suscribo tus palabras al cien por cien. Soy un intenso. Yo tengo césped ahora en mi casa, y me parece fascinante. Me tiro al suelo y me parece la leche. Así que he desarrollado una facultad que es que cuido de las plantas. Soy así. Y mi familia me ha tomado el pelo por lo del móvil, porque no lo he utilizado en ningún momento.

-Pero si tú ya normalmente no lo usas. ¡Si te tienen que ir a buscar a casa para las fiestas!

-No, qué va. Imagínate que el móvil fuera el wifi, pues yo estoy conectado al cable. Yo nunca estoy solo, siempre estoy compartiendo, siempre estoy conectado a todo el mundo, pero el móvil ¡no!

-¿Con quién has estado confinado?

-Con mi hermano y una persona que trabaja conmigo, que si no estuviera, mi casa en la cuarentena hubiera sido una película de Tarantino. Hemos pasado buenos momentos, otros en los que hemos llorado, no con dramatismo; pero la única manera que yo entiendo la vida es con el tacto, la suciedad, revolcándome por el suelo. Hemos tenido mucho tiempo para hablar, para solucionar, para curarnos heridas y el confinamiento nos ha dado tiempo, paz, paciencia.

-¿Con qué mínimo te quedarías tú para sobrevivir?

-Con el contacto, yo necesito muchísimo la piel.

-Los abrazos tan necesarios.

-Sí, por supuesto. Yo sigo las normas, claro, pero si te digo la verdad, ya me abrazo a mí mismo. El día que me lo permitan acabaré con agujetas y dolor de tórax de abrazar hasta las farolas.

-De todas maneras, no me has dicho que te quedarías con el piano.

-¡Ah, pues no te he entendido! Claro, el piano, ya lo sabes. Si yo tengo un amor que es irracional, que hasta le veo cara, le veo alma, es mi propio piano. Es un poco delirante. El piano, y el vino, ojo.

-¿Y podrías vivir aislado con un piano?

-Pero es que uno no puede estar solo en la vida. El lenguaje de la música es inconmensurable y universal. Yo he tenido la oportunidad de abrazar a través de la música, no te estoy vendiendo ninguna moto. Con este idioma, a través del piano, puede uno suplir algo tan necesario como el abrazo.

-¿Cómo sería tu día ideal?

-El día que pudiera escuchar solo «toma» y ninguna vez «dame».