Heike Freire: «Separar a dos niños que necesitan abrazarse no es bueno, es maltrato»

CULTURA

Heike Freire, autora de «¡Estate quieto y atiende!»
Heike Freire, autora de «¡Estate quieto y atiende!» Óscar Serra

La docente e investigadora, autora de «Educar en verde», advierte: «La educación online no es educación, que dejen ya de llamarla educación»

26 jun 2020 . Actualizado a las 12:31 h.

El camino se hace andando, dice la docente e investigadora Heike Freire, sobre la estela del célebre poema de Antonio Machado. Docente, asesora y ponente internacional, la experta en infancia e innovación educativa, referente internacional de la pedagogía verde, aprendió de su abuela a cultivar el amor por la naturaleza. Hoy estudia los efectos del covid en menores de 20 años, junto al pediatra José María Paricio: «Desde febrero teníamos datos de otros países, como China e Italia, en los que se veía claramente que a los niños son prácticamente inmunes al coronavirus. Esto se ha ido confirmando estudio tras estudio en marzo y abril, y últimamente hasta la Asociación Española de Pediatría ha empezado a decir que aquello que se había dicho de que los niños eran 'transmisores silentes' no era así. Hay estudios de seguimiento a niños que han dado positivo y han estado con 500 personas, y no han contagiado a nadie. La pregunta ahora empieza a ser: '¿Y esa inmunidad a los niños de dónde les viene?' Una de las tesis más consideradas es que, como son personas a las que les atacan los otros coronavirus, tienen lo que se llama inmunidad cruzada, por tener anticuerpos de otros virus de la misma familia».

-¿A los niños no se les consideró? ¿Se les puso una etiqueta a la ligera?

-A mí lo que aún me impacta es que el Gobierno no reconozca los errores que ha cometido; reconocerlos es la manera de no volver a hacer lo mismo en septiembre, porque no se puede. ¿Qué planteamiento hay de cara al futuro? Da la impresión de que no se revisan las actuaciones y se pretende caer en lo mismo.Y hay errores gordos, como no tener en cuenta los derechos y las necesidades de la infancia.

-¿Qué derechos se han vulnerado o pasado por alto?

-Podría decirte varios artículos de los derechos del niño que se han infringido, como no permitirles salir al aire libre sin base, o el derecho al juego, que tiene que ver con un desarrollo saludable. Son derechos y son necesidades, necesidades específicas de una población que está en crecimiento y que precisa unas condiciones para un desarrollo saludable. Lo que sucede en la infancia condiciona el futuro. Si comes comida basura y sufres obesidad en la infancia, ya no te digo los problemas cardiovasculares o de diabetes que puedes tener en la edad adulta. Y eso a todos los niveles, al de tus capacidades físicas, psíquicas, sociales, emocionales, creativas, intelectuales... Hay que proteger la infancia, porque necesitamos un período largo de cuidados y de contacto con el medio natural, que es donde maduramos y nos completamos como personas desde hace cientos de miles, millones, de años. No podemos pasar esto por alto: que el niño necesita estar al aire libre, necesita la luz del sol, necesita moverse y hacer ejercicio, tiene necesidades sociales imperativas. No son caprichos, son necesidades perentorias para su salud y su desarrollo global.

-¿Podemos distanciar a los niños pequeños, debemos evitar que dos niños de 5 años se den un abrazo?

-Ese tipo de comportamiento que se les pide, y que se ha exigido ya a las maestras con protocolos completamente propulsados sobre las escuelas desde una única perspectiva, no puede funcionar. Si aplicamos estos protocolos, no podemos hacer nuestro proyecto educativo. Es grave pensar los protocolos educativos solo desde la epidemiología, y desde una epidemiología que además no está actualizada con datos sobre la incidencia del covid en la población de los niños. Esto impide a las escuelas hacer su función y además está obligando a los profesionales de la educación y a algunos padres a cometer negligencias, e incluso, maltrato. Porque no permitir que dos niños se acerquen no puede ser considerado buen trato. Cuando la gente escucha la palabra maltrato piensa en malos tratos físicos... No sé cómo decirlo para que se entienda. Si a un niño o una niña se le impide satisfacer una necesidad fisiológica como comer o dormir, estás maltratando o siendo negligente. Si vas a separar a esos dos niños que necesitan abrazarse, yo a eso le llamaría maltrato activo. Esa necesidad psíquica imperiosa, tanto como la de comer, dormir o moverse, no debería impedirse. Yo escuché a una maestra de Perpiñán, la primera semana que abrieron los centros educativos en Francia tras el covid, que decía que el trabajo con esos nuevos protocolos es terrible, vergonzoso.  

-Pero las normas son las que son, y nos bombardean con mensajes oficiales en sentido contrario.

-Un director general de Asuntos Sociales me llegó a decir en su momento que el que los niños pudieran ir al supermercado o a la farmacia con sus padres iba a ser un balón de oxígeno... 

-La solución, por lo que se ha hecho este curso, ha pasado solo por la tecnología. ¿Puede ser una opción satisfactoria?

-Hay una cuestión de miedo en los padres y las madres. Es fácil asustarlos, porque el mayor miedo que tienen es perder a su hijo, y por no perder a nuestros hijos somos capaces de hacer cualquier cosa. Ese miedo es fácilmente manipulable, nos hace manipulables. Yo llevo 15 o 20 años precisamente trabajando sobre esos miedos y sobre cómo la industria está aprovechándose de ellos. Si te lees cualquier libro de márketing de 1930 ya te dice: «El miedo vende». Coges mis libros, Educar en verde y ¡Estate quieto y atiende!, y hablan de esto, de lo que está pasando con los niños y la tecnología, y de las consecuencias del encierro para el niño, el hecho de ser sedentario, de estar en casa frente a una pantalla y de los trastornos que puede provocar la máquina. Hay una cosa: se ha gestionado esta crisis desde el miedo, más que en otros países. ¿Por qué? Porque parece ser que nuestros gobernantes confían menos en nosotros. ¿Y quiénes son las personas más fáciles de asustar? Los padres y las madres. Aquí hay un tema con la tecnología que llevo tiempo viendo. En los últimos 30 años, hay estudios que demuestran que la distancia de juego a casa se ha reducido, por ejemplo, en un 80 %. Y esto ya en el 2011... Hace 30 o 40 años, como dice Tonucci, los niños llegaban de la escuela y jugaban en la calle y tenían una cierta libertad. Esto que pasaba en las ciudades y los pueblos ya no pasa. Esto se ha ido recortando a base de miedo...

-Y de tener, cada vez, menos niños. Cuantos menos hay, más sobreprotegidos están, ¿no? Son un «bien» que aquí comienza a ser escaso. 

-Sí, y es un miedo que la industria ha aprovechado para venderles a los padres un montón de gadgets. Hace unos años se vendían en EE.UU. unas rodilleras para que los bebés gatearan... Porque, claro, el ser humano en sus 250.000 años de existencia, se ha hecho muchísimo daño gateando... ¡por fin ha llegado el Homo sapiens sapiens con unas rodilleras! Detrás de todo esto, y de la tecnología, hay unos intereses de las empresas que quieren poner sus garras en el mundo de la educación. La educación online no es educación, te puedo asegurar que no lo es. Que dejen de llamarla educación. Y ahora, después de 20 años de conflicto, hay un consenso entre expertos sobre lo malas que son las pantallas por debajo de los 12-14 años. Hoy ningún experto lo niega. Y sin embargo lo que plantea el Gobierno como «solución» al problema del covid son las pantallas. Estamos totalmente en contra de que vuelvan a cerrarse las escuelas por coronavirus. No tiene sentido, efectos en la economía aparte.

-Los profesores de carne y hueso prácticamente han desaparecido estos meses. ¿Se han conjugado la comodidad y el miedo?

-Los profesores deberían estar preocupados, porque lo digital se carga su profesión, los hace prescindibles. Deberían estar temblando... no, deberían estar en la calle. Están como esperando que les digan pero no se dan cuenta de lo que hay: al final con un profesor van a poder manejar muchísimos más alumnos. La máquina permite abaratar costes en el mundo de la educación y en el de la sanidad. En EE.UU. ya hay servicios a domicilio para personas mayores que los hacen máquinas, que hacen compañía a los abuelos todo el día, les recuerdan que tienen que tomarse la pastilla. ¿Esto es lo que queremos para nuestros niños? Ahora tendría que estar habiendo un debate en la sociedad enorme. Hace años era capaz de contar las horas que un niño o una niña pasaban delante de una pantalla, ¡ahora soy incapaz! No sabemos cuántas horas están nuestros niños ante una pantalla. Yo les cuento los efectos cerebrales a los padres y se sienten fatal. Es adictivo, y cada vez nos vemos más invadidos. Puedes dar miles de argumentos... ¿Pero sabes lo que funciona? Enterarse de que los directivos de Silicon Valley llevan a sus hijos a escuelas donde no hay tecnología.

-Nos cuesta rebelarnos contra lo que hace la mayoría...

-Pero tenemos que decidir qué vida queremos para nosotros, para nuestros hijos, para nuestros nietos y si queremos que los seres humanos queremos seguir siendo algo humanos o que ya nos roboticemos completamente. Veo personas que con 14 años no saben mantener una conversación. La madurez tiene que ver con sentirte tú lo que quieres, lo que eres. Si no tienes sensaciones y emociones propias, no podrás saber lo que quieres, y esto es la madurez. Una persona que todo lo recibe de la tecnología no tiene experiencias de primera mano. El otro día, el filósofo Fernando Bárcena decía que vivimos en una sociedad infantilizada y sin imaginación. Lo primero que se está robando a la infancia, con las pantallas, es la sensibilidad y la imaginación. Creamos una infancia que no es, pero desde muchos años antes del covid. Parece que queremos que los niños sean pequeños adultos, porque cuanto antes sean adultos antes encontrarán trabajo... Esto es absurdo. Parece que el niño con corbata y ordenador a los 3 años va a ser un ejecutivo de éxito, y es mentira. Cuanto más viva la infancia, cuanto más en contacto esté con la naturaleza, más recursos tendrá para desarrollar su potencial en la etapa adulta. Hay estudios que lo prueban. El miedo de los padres lleva a la sobreprotección. Recuerdo una niña de 11 años que me decía: «Los padres quieren evitarnos el peligro, pero impiden que hagamos muchas cosas». Es complicado ese equilibrio. Pero yo no sé dónde están más en peligro los niños, si en el mundo real o en el virtual. A veces parece que preferimos a un niño planchado y limpio ¡que vivo! Yo quiero vivir en un lugar donde la infancia, sus derechos y necesidades, cuente, porque ese es un lugar con presente y futuro. Cuando se cuida de un niño, se cuida de un mayor; se cuida de la humanidad.

 -¿Hay que integrar la naturaleza en la educación de los niños desde el principio? Señalas que 40 años de investigación demuestran que los niños se desalloran mejor al aire libre a todos los niveles.

-Sí, es un derecho que tienen. Hay que dejar atrás ya la escuela que solo se fija en lo cognitivo y esos padres que piden solo que los niños que sepan la o, aprender pronto sumar, a restar... Todas las leyes hablan de que la educación tiene que ser holística, incluir todas estas dimensiones: la física, la emocional, la social, la creativa y la intelectual. Necesitamos maestras y padres que sean capaces de educar y de pedir al sistema educativo que sea capaz de educar a sus hijos en al menos esas cinco dimensiones. Cada escuela tendrá que analizar sus procesos y ver qué cosas se pueden hacer para incorporar acciones dentro de la salud, acciones educativas, pero una salud entendida como dice la Constitución de la OMS de 1946, entendida como bienestar físico, psiquíco, mental, social, y no solo como 'evitar el covid'. Esto no es salud, es evitar una enfermedad. Las comunidades educativas deben tener en cuenta que los niños y las niñas no son contagiadores. Estamos en un momento en que hay que cuidarse. No podemos volver en septiembre a la misma escuela, a las mismas ratios, sin hacer nada. Bajar las ratios es importante, desde mi punto de vista. Los niños españoles son los únicos europeos que durante mes y medio no han podido salir nada, cero, se ha cortado su vivencia escolar, se han visto privados de procesos importantes de desarrollo y de aprendizaje. Y además se han visto en un entorno en general dominado por el miedo y la ansiedad social. Son miedos y ansiedades que han absorbido sobre todo del mundo adulto. Lo más probable es que en la escuela, cuando salgan de sus entornos familiares, manifiesten cosas que están reteniendo. Ellos sueltan sus cosas de igual a igual en el colegio, en casa pueden tener miedo de que los padres discutan o de que mamá tenga miedo... Para ellos está bien un espacio alternativo siempre que sea un espacio pensado desde sus necesidades.