«El callejón de las almas perdidas», la vida deja huellas

La Voz

CULTURA

Cate Blanchett y Bradley Cooper, en el último largometraje de Guillermo del Toro.
Cate Blanchett y Bradley Cooper, en el último largometraje de Guillermo del Toro.

Guillermo del Toro, amante de la serie B, coloca a su protagonista errante, Bradley Cooper, en una feria de atracciones. Los críticos de La Voz de Galicia analizan además los estrenos «El caso Villa Caprice» y «Pájaros enjaulados»

21 ene 2022 . Actualizado a las 17:55 h.

«Los remakes son un contrasentido. No se rehace una obra maestra, porque, si no, se demostraría que no era una obra maestra», sentenció Jean Mitry. Toda regla tiene su excepción y El callejón de las almas perdidas supera a su modelo, aquella pequeña pieza de orfebre de los años cuarenta.

Guillermo del Toro, amante de la serie B, coloca a su protagonista errante, Bradley Cooper, en una feria de atracciones, junto al forzudo, el contorsionista, el chupacabras y la mujer araña. A la luz del túnel del terror, al lado de un clarividente borracho y derrotado —«siempre hay un hueco en ti y no hay manera de llenarlo»—, aprende los trucos del oficio de mentalista y se lleva a la chica mágica con él hasta la gran ciudad en donde sableará a los ricos que quieren hablar con sus muertos. Deja a los monstruos paupérrimos y se arrima a bestias menos entrañables. De la redención al poder y de ahí a la caída.

Del Toro insiste en esa idea —la de cómo un hombre escoge la forma de ser derrotado— colocándole un ojo polifémico al pañuelo negro que ciega al charlatán. De la misma manera que se caracterizaba Ray Milland en El hombre con rayos X en los ojos.

La belleza de esta nueva propuesta del clásico es hipnótica. Especialmente cuando aparece Cate Blanchett diciendo «todos queremos ser encontrados». Los párpados de cera y el carmesí de los labios preceden a esa gran cicatriz de su pecho, costurón retorcido que el canalla redimido besa con devoción. «La vida deja huellas», anuncia el destino.

Y hay más: la locura encendida en los ojos de esa especie de ciudadano Kane que enriquece Richard Jenkins, la fragilidad del telépata David Strathairn, los hoyuelos en la sonrisa de Rooney Mara, los colores vivos —un globo rojo— que emergen del gris. Del Toro nos devuelve la fascinación de las viejas armas del cine.

«NIGHTMARE ALLEY»

Estados Unidos, México, 2021.

Director: Guillermo del Toro.

Intérpretes: Bradley Cooper, Cate Blanchett, Rooney Mara, Willem Dafoe, Toni Colette, David Strathairn, Ron Perlman, Mary Steenburgen, Richard Jenkins.

Thriller / drama. 149 minutos.

El actor Niels Arestrup protagoniza la película «El caso Villa Caprice».
El actor Niels Arestrup protagoniza la película «El caso Villa Caprice».

«El caso Villa Caprice», juegos de poder

SABELA PILLADO 

Estamos acostumbrados (es lo que tiene la hegemonía del cine americano y la industria hollywoodiense, que marca los derroteros) a que en los thrillers de intriga política o judicial dominen el suspense, la acción, los carismáticos personajes sin ética y los efectistas giros de guion.

Sin embargo, prescindiendo de todos estos fuegos de artificio, y tirando, por el contrario, de sobriedad narrativa y de una factura clásica sin mimbres de autor, la cinta francesa El caso Villa Caprice nos ofrece un drama psicológico sobre la justicia y el poder, sobre la corrupción de las altas esferas y sobre el alto precio de vender tu alma. El juego de egos entre un abogado de prestigio, habituado a moverse en una falsa moralidad de doble filo, y un poderoso y millonario empresario, manipulador y acostumbrado a salirse con la suya, establece una densa tela de araña tejida con el lujo, poder y sobornos de la corrupción inmobiliaria y la corrupción —más genérica— de las altas esferas.

Cuenta este thriller de ritmo lento, bajo cuyo espejismo de mar en calma laten aguas turbulentas, con la agradecida presencia de un gran Niels Arestrup, un correcto Patrick Bruel (cantante metido a resolutivo actor) y una Irène Jacob que se merecía mayor atención. En sus sólidas interpretaciones, y en los bonitos paisajes de la Costa Azul bellamente fotografiada, reside el principal valor de esta película, por lo demás solvente, sobre la corrupción y los juegos de poder entre (valga la redundancia) los poderosos.

«VILLA CAPRICE»

Francia, 2020.

Director: Bernard Stora.

Intérpretes: Niels Arestrup, Patrick Bruel, Irène Jacob, Claude Perron, Michel Bouquet, Paul Hamy.

Drama.

103 minutos.

Fotograma del filme de Oliver Rihs.
Fotograma del filme de Oliver Rihs.

«Pájaros enjaulados», de libertad y dignidad

MIGUEL ANXO FERNÁNDEZ

En la secuencia de cierre, una vida se apaga y otra resurge, una que renuncia a respirar, otra que opta por hacerlo. Al cabo, el guion —escrito a diez manos— parte de un hecho real acontecido en la Suiza de los ochenta, vinculado a su reaccionario sistema penitenciario y a la fuerte contestación desde sectores radicales, que finalmente lograron que Amnistía Internacional les diera la razón. Todo un palo para un país al que la opinión pública occidental tenía por modélico —al margen de su condición de paraíso fiscal, o casi—, cuando la realidad era otra bien distinta y se pisoteaban no pocos derechos, en este caso de sus presos. Pájaros enjaulados no es exactamente cine político, y si su primera mitad se orienta hacia los esfuerzos por denunciar una situación a todas luces anómala, la segunda se centra en los dos protagonistas. Una estructura cónica que va desde una base amplia y plural hasta rematar en el vértice.

A un lado, la joven abogada suiza Barbara Hug, enferma renal con tendencias autodestructivas e incansable activista empeñada en denunciar el anquilosado régimen de prisiones. Al otro, Walter Stürm, oveja negra de una familia de pasta, pero ladrón convicto y correoso, que acaba convertido en un popular «rey de las fugas», pues de la misma manera que entra en prisión sale gracias a su pericia. Pero a este la política y la agitación le importan un bledo, aunque reivindique respeto para los reclusos. Es ahí en donde ambos confluyen y parecen llamados a una sociedad que el espectador no tiene muy claro a dónde se dirige.

Es mérito del director suizo —de carrera corta, e inédita en España— haber equilibrado la trama entre las ideas universales de libertad y dignidad, al tiempo que expone el complejo vaivén sentimental de ambos protagonistas. De ahí esos minutos finales, con toda su fuerza dramática. No había otra alternativa.

«BIS WIR TOT SIND ODER FREI»

Alemania, Suiza, 2020.

Director: Oliver Rihs.

Intérpretes: Joel Basman, Marie Leuenberger, Anatole Taubman, Jella Haase, Pascal Ulli, Philippe Graber.

Drama.

118 minutos.