«El sastre de la mafia», coser y cortar

Eduardo Galán Blanco

CULTURA

Mark Rylance interpreta a un sastre, una especie de «deus ex machina» de la historia al que la mafia utiliza como tapadera.
Mark Rylance interpreta a un sastre, una especie de «deus ex machina» de la historia al que la mafia utiliza como tapadera.

Graham Moore no precisa más que las dependencias de una tienda para recrear un microcosmos con claras influencias de los argumentos de David Mamet. Los críticos de La Voz analizan además los filmes «Salvajes, el cuento del lobo» y «JFK, caso revisado»

20 may 2022 . Actualizado a las 08:58 h.

Ver El sastre de la mafia es como mirar teatro filmado o, mejor dicho, resulta un modo de retroceder en los primeros recuerdos como espectador, devolviéndonos a uno de aquellos Estudio 1 de la tele de nuestra infancia, pero en color. Nos dicen que estamos en Chicago en los años cincuenta. Sin embargo, todo lo que vemos es la sastrería del protagonista, recreada en plató, escenario único por el que discurre la acción, a través del que entran y salen por el foro los personajes, que se aman, traicionan o matan. En fin, un microcosmos en donde nada es lo que parece, con claras influencias de los argumentos de David Mamet.

El gran secundario Mark Rylance —inolvidable abogado defensor de El juicio de los 7 de Chicago— interpreta a este sastre —«no soy sastre, soy modisto», insiste—, una especie de deus ex machina de la historia al que la mafia utiliza como tapadera; un tipo de misterioso pasado y muy anticuado —«todo se jodió con los pantalones vaqueros de James Dean»—, que ve la vida como si cosa de fabricarse un traje fuera: «¡Qué más necesita un hombre que sus tijeras!». El solitario cortador —que también cose heridas de bala— protege a su joven ayudante (Zoey Deutch) como si fuera su hija, acosada por un enamorado cruel, violento hijo del jefe de los delincuentes. Pero, ya lo dijimos, ninguno de los sujetos es lo que semeja ser.

La película resulta muy fría y los personajes lacónicos, pero la producción tiene un claro encanto pasado de moda, muy de la época clásica del cine americano de serie b. Ese es el juego del director, el debutante Graham Moore, que, como guionista —Descifrando Enigma, entre otras—, controla los mecanismos dosificadores de la narración. Y, sobre todo, sobresalen por su fuerte presencia dos secundarios de enorme peso en la acción: el villano traidor encarnado por Johnny Flynn y la jefa del clan rival que interpreta Nikki Amuka-Bird.

«THE OUTFIT»

Reino Unido-Estados Unidos, 2022.

Director: Graham Moore.

Intérpretes: Mark Rylance, Zoey Deutch, Dylan O’Brien, Johnny Flynn, Simon Russell Beale, Nikki Amuka-Bird, Alan Mehdizadeh, Jonathan McClain.

Thriller / drama. 105 minutos.

Galán trata de mostrar en su filme la realidad, descarnada y sin censuras.
Galán trata de mostrar en su filme la realidad, descarnada y sin censuras.

«Salvajes, el cuento del lobo», conflicto entre animalistas y ganaderos 

por Sabela Pillado

No es ajeno, para quien esté mínimamente al día con la actualidad, el hecho de que el conflicto entre animalistas y ganaderos en torno a la figura del lobo y su protección esté muy lejos de solucionarse. Por el contrario, las fricciones entre ambas posturas siguen vivas y en permanente tensión, y sin visos a una pronta tregua (por no decir resolución).

Alex Galán, documentalista que se ha recorrido el mundo como guía de expediciones en viajes etnográficos varios y grabando documentales divulgativos sobre naturaleza, recala en su Asturias natal, en la que se ha pasado dos años grabando entrevistas a implicados en el conflicto y la problemática del lobo. El filme resultante dista de ser un trabajo de seguimiento de este animal y de sus usos y costumbres, o un relato de poética animalista a lo Jean-Jacques Annaud. Salvajes acoge las formas del wéstern (docu-wéstern, en este caso) en su ritmo, música, o enfoque del asunto para dar voz a los humanos y a unas posturas, como en el Salvaje Oeste, a ambos lados de la ley. «Los pueblos de Asturias son como el Lejano Oeste», se verbaliza en un momento del metraje, y Galán parece remarcarlo con su película, y con unas estrategias de márketing extremas.

Ante la cámara desfilan animalistas, autoridades, pastores y furtivos, a los que deja hablar sin filtros sobre su realidad y sus puntos de vista, para trazar un retrato que intenta no tomar partido sino dar voz a ambos bandos del conflicto. Una búsqueda de mostrar la realidad, descarnada y sin censuras.

«SALVAJES, EL CUENTO DEL LOBO»

España, 2021.

Dirección: Alex Galán.

Fotografía: David Rodríguez Muñiz.

Documental.

81 minutos.

Oliver Stone vuelve en el documental sobre el magnicidio de Dallas.
Oliver Stone vuelve en el documental sobre el magnicidio de Dallas.

«JFK, caso revisado», Stone enmienda la plana

por Miguel Anxo Fernández

En 1991, con J.F.K., caso abierto, Oliver Stone escarbó en la llaga hasta provocar un debate nacional que obligó al Gobierno de EE.UU. a volver la vista atrás sobre un magnicidio nunca aclarado, al menos hasta el presente JFK, caso revisado, sobre el que insiste echando mano de la documentación al fin desclasificada. Para atribuirlo a la CIA y poner de vuelta y media a la llamada Comisión Warren, una panda de ineptos aferrados a la teoría de la llamada «bala mágica». Stone es como un grano en las posaderas del Partido Republicano, aunque también sacude al demócrata cuando tercia, cual justiciero sin antifaz, en plan lo-digo-yo-y-punto-redondo. Cineasta ecléctico, se mueve con desigual fortuna entre la ficción y el documental, pero reconozcamos su espíritu irredento, el mismo que de muy joven le llevó a pegar tiros en Vietnam como recogió en la memorable película Platoon (1986) y en la posterior Nacido el 4 de julio (1989).

En su filmografía hay luces y sombras, a dios gracias, que a fin de cuentas nadie es perfecto. Hace gala de izquierdista, nunca negó su veneración por Fidel Castro, al que dedicó tres documentales —el más conocido, Comandante (2003)—, y su admiración por Hugo Chávez con sus periferias en Latinoamérica en Al sur de la frontera (2009), aunque no pueda evitar tirar de pancarta y caricatura. Se la tenía jugada a Bush Jr. y lo retrató patético en W. (2008), con un papelón de Josh Brolin. Con todo, es un grande de Hollywood comprometido con su tiempo. Después de manejar con su equipo una documentación ingente, Stone ofrece una lección de historia contemporánea. No concede minutos a quienes disientan de su teoría, pero deja amplio espacio a quienes asumen su tesis. Dejas la butaca convencido: la muerte de J.F.K. fue una conspiración en toda regla. Lee Harvey Oswald, en sus propias palabras, fue un «cabeza de turco».

«JFK REVISITED: THROUGH THE LOOKING GLASS»

EE.UU., 2021.

Director: Oliver Stone.

Guion sobre libro de James DiEugenio.

Documental. 115 minutos.